Es cierto que todas tenemos nuestras preferencias. Muchas parejas suelen tener una o dos posturas sexuales que las llevan más fácilmente a la cumbre del placer. Variar las posiciones puede ser una decisión sabia. Hacer siempre lo mismo, pierde su sabor. Se instala la rutina, pero a veces basta con un pequeño cambio para transformar un hábito y que ambas personas tengan sensaciones un poco diferentes.
En este artículo, te invitamos a descubrir no posturas sexuales acrobáticas pero poco prácticas, sino los cambios que se pueden lograr en la vida íntima con muy poco: un ángulo diferente de contacto corporal, un cambio del punto de vista o algo similar. Solo se necesita un poco de voluntad para cambiar los hábitos.
Es posible que la sugerencia de cambiar algo en tus hábitos sexuales no sea aceptada de inmediato con mucho entusiasmo por tu pareja. Por eso, debes hacerlo con delicadeza, teniendo en cuenta la idea de mejorar la vida íntima, en vez de criticar duramente la actual. A veces, subconscientemente damos más importancia a las cosas que no van bien, lo que acaba dándoles aún más peso. No ignores lo positivo: así que no olvides analizar tu relación desde un punto de vista positivo.
La técnica de alineación coital es una versión modificada de la clásica postura misionera ampliamente conocida y utilizada, donde la pareja que penetra se coloca un poco más arriba, deslizando su cuerpo de modo que la base del pene roce el clítoris de la mujer. ¿Por qué es tan efectiva esta postura?
Incluso se han realizado estudios científicos sobre esta posición sexual y se encontró que las mujeres de parejas que utilizan CAT son más propensas a informar que lograron orgasmo, orgasmo simultáneo y que la satisfacción sexual fue más profunda.
Esta postura está pensada originalmente para el sexo pene-vagina, pero puede ser adaptada por dos personas con vulva. Se recomienda habitualmente usar una almohada bajo la pelvis de la pareja que queda abajo para levantarla más.
Una favorita entre muchas mujeres y hombres es la postura de “ella arriba”: la pareja que penetra se tumba sobre la cama o en otro sitio, y la mujer se sube encima como una vaquera y lo deja entrar. La mujer puede reclinarse hacia atrás y sujetar sus tobillos o rodillas mientras su pareja la eleva.
Ellos la adoran porque pueden ver el cuerpo y el rostro de su compañera. A nosotras nos gusta porque ofrece una excelente estimulación clitoriana, que puede llevar a un orgasmo más rápido.
Sin embargo, se puede lograr un tipo totalmente distinto de estimulación cuando la mujer se coloca sobre el cuerpo de su pareja de espaldas. Hacer el amor así estimula el famoso punto G de la mujer. Quien penetra, por su parte, tiene una visión visualmente muy excitante.
Otra pequeña variación: quien quede abajo se puede sentar mientras la de arriba se tumba boca abajo encima. También se puede probar sobre una silla.
Muchas parejas disfrutan del sexo oral. Si la pareja que penetra da sexo oral a la mujer, se llama cunnilingus; si es al revés, se llama felación. Dado que se estimulan las zonas erógenas más sensibles—la cabeza del pene y el clítoris—, las sensaciones son muy placenteras y pueden llevar al orgasmo. Sin embargo, se puede potenciar este placer acariciándose oralmente al mismo tiempo en la postura 69.
Si no podéis decidir quién irá arriba o abajo, esta posición también se puede probar de lado.
Aunque no haya penetración —¡y no es una etapa necesaria!—, es una postura sexualmente muy intensa, porque la cercanía de los genitales y el olor del cuerpo son muy estimulantes. Eso sí, también tiene sus inconvenientes: a veces es complicado dar placer de calidad y disfrutarlo tú misma a la vez.
Otra posibilidad sencilla, pero muy efectiva para romper la rutina, es saltarse el paso de desnudarse. Así se evita la cama y puedes probar a tener sexo en cualquier otro sitio: la cocina, una mesa o incluso al aire libre.
colocándote en ángulo recto, inclinándote delante de tu pareja de espaldas a ella, solo necesitas bajar tus pantalones hasta debajo de tus glúteos, o subirte el vestido por encima de la cintura. La otra persona solo tendrá que desabotonar sus pantalones o deslizar sus dedos por tu vulva, y luego dentro de tu vagina. La ventaja es que permite tener sexo prácticamente en cualquier lugar con una pared, un árbol o un poste donde apoyarse.
Esta postura también se puede probar delante de un espejo: una opción aporta excitación extra, la otra hace que el sexo resulte más divertido e interesante.
Otra postura simple pero poco utilizada sin razón es la estrella de mar: la mujer se tumba de espaldas, con una pierna flexionada y la otra estirada. Su pareja se sienta sobre la pierna extendida y se apoya sobre las manos.
La penetración es fácil y placentera, y la que queda abajo no tiene que hacer mucho—su única tarea es disfrutar y correrse.
En cambio, esta posición no agradará a quienes no aceptan que una persona sea más pasiva que la otra.
Además de variar un poco las posturas sexuales, hay muchas otras formas de refrescar tu vida íntima, por ejemplo,
La rutina es un proceso natural difícil de evitar. También puede proporcionar una sensación de seguridad. Sin embargo, una relación es más viva y alegre si no le falta ternura combinada con humor y juego. Por eso merece la pena intentarlo.
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