Muchas de nosotras aprendemos a amarnos y aceptar nuestros cuerpos realmente tarde en la vida. Antes de eso, solemos gastar tiempo y energía juzgándonos por cosas que no podemos cambiar. El amor propio es una habilidad difícil de alcanzar debido a los estándares de belleza tan poco realistas que hoy predominan.
La positividad corporal no se trata sólo de apreciar tu apariencia, sino de ver tu cuerpo como un vehículo en el que disfrutas vivir, en sintonía con la persona que deseas ser.
O en este caso, la textura del cabello, el tono de piel y las proporciones que queremos para nosotras, las vemos en otra persona. La mayoría crecemos sintiendo insatisfacción con nuestros cuerpos mientras las expectativas sociales y la publicidad nos empujan a compararnos con una estética pulida en la que quisiéramos encajar. Y esto resulta conveniente para la industria de la belleza, ya que les permite vendernos ‘soluciones’ temporales a nuestras inseguridades.
La industria de la belleza mueve mucho dinero. Esto no es malo en sí mismo. Lo que resulta preocupante es que se benefici e de satanizar las expresiones de procesos naturales que todas atravesamos: estrías, arrugas y vello corporal.
Desglosando estos ejemplos:
Existen muchos productos para cuidar nuestros cuerpos (algo que está bien), pero no es exagerado decir que el mundo conspira en nuestra contra cuando se trata de vernos bellas en nuestra forma natural.
Los estereotipos juegan un papel desproporcionado en cómo nos vemos y nos ven. ‘No ser lo suficientemente hombre’ causa inseguridad a muchos hombres, y las mujeres somos constantemente juzgadas por cómo nos vestimos, hasta el punto que frases como ‘ella mostraba mucha piel’ se usan para justificar agresiones sexuales.
Hombres y mujeres sufrimos al sentir que debemos cerrar una enorme brecha para ser reconocidas no solo como válidas representantes de nuestro género, sino como personas capaces de pensar por sí mismas. (Sin mencionar la discriminación hacia quienes no encajan en el binarismo de género). Pero esto no es solo un problema actual: históricamente, la gente ha sido culpada, marginada, incluso asesinada simplemente por su aspecto.
Si esto te parece superficial, gracias por saber que la humanidad es mejor que esto. Puedes ser parte del cambio positivo, empezando contigo y extendiéndolo a las personas que te rodean.
La industria de la belleza suele dejar de lado a los grupos minoritarios, y también representa de manera inexacta a la mayoría. Si un ser extraterrestre aprendiera sobre el planeta sólo a través de revistas de belleza, pensaría que el 90% de las personas son modelos jóvenes, delgadas, blancas, con el cabello liso y piel clara.
El mundo nos dice constantemente qué es ‘bueno’ y ‘normal’ mediante anuncios, elencos de películas y portadas de revistas. Si no encajamos, sentimos que algo anda mal en nosotras. Cuando ciertos tipos de cuerpo o tonos de piel nunca aparecen en la definición de belleza, el mensaje es que estas personas valen menos. Tristemente, muchas genuinamente piensan así: basta ver el racismo, la gordofobia, el edadismo y el capacitismo persistentes.
Todos estos ‘ismos’ dañinos no sólo lastiman a quienes los sufren directamente; también perjudican a la sociedad. El tiempo y la energía invertidas en combatir el odio podrían destinarse a mejorar el mundo. Ya es hora de reconocer que todos los cuerpos son válidos.
En los últimos años se ha avanzado: quizá has visto modelos con discapacidades visibles, con cuerpos diversos, mayores, o con otras raíces culturales. Están ahí porque lo merecen tanto como las modelos delgadas, jóvenes, blancas y de cabello liso y tez clara.
El mundo es diverso, y la belleza dentro de él, también lo es. ❤️
La mayor mentira sobre la belleza es que implica perfección. Que hay que ser perfectas para ser bellas. Pero la perfección real no existe, ni es necesaria. Es válido ser como eres. Reconoce la belleza en tu imperfección.
Aunque en teoría puede parecer fácil, en la práctica es difícil, sobre todo si llevas años detestando la forma de tu nariz, o los pliegues de tu vientre. Empieza poco a poco, y date tiempo. Quizá has aprendido a tener compasión con otras personas, ¿pero la tienes contigo?
Si tu cuerpo todavía se desarrolla, entiende que muchas adultas parecen tenerlo «resuelto» porque han tenido tiempo de descubrir la imagen que desean proyectar. Quizás han probado distintas maneras de verse, hasta encontrar la que mejor las representa y favorece.
En última instancia, nadie salvo tú puede decidir cómo debes verte o cómo sentirte con respecto a tu cuerpo. ‘La belleza está en los ojos de quien mira’, y la única mirada que realmente importa sobre tu cuerpo es la tuya. Eso sí, tu confianza influye mucho en cómo te perciben las demás. ¡Tú puedes crear tu propio círculo positivo!
Ahora que estás lista para silenciar a tu crítica interior y enfocarte en lo positivo de tu cuerpo, ¿qué consejos prácticos puedes seguir?
El contenido que consumes influye en tu narrativa interna. Haz una pausa y revisa qué ves, lees, a quién sigues. ¿Cuánto de eso te inspira, y cuánto solo te deprime?
Reducir el tiempo en línea ayuda mucho, y también adaptar tus redes para fomentar una mentalidad más positiva hacia el cuerpo. Seguir a quienes son abiertas sobre sus imperfecciones puede cambiar en gran medida la forma en que juzgas los defectos físicos.
¡También puedes cambiar tu enfoque a algo que no tenga nada que ver! ¿Te apetecería aprender a tejer o iniciar tu propio cultivo de masa madre?
Apreciar tu propio cuerpo puede empezar por apreciar el de las demás. Dedica un día a notar y valorar aspectos físicos de las personas que te rodean. Si miras el mundo negativamente, al principio puede sonar falso, pero, entre más practiques, más fácil será encontrar cosas que te agraden.
Puedes incluso organizar una sesión de terapia de apreciación corporal con amigas, amigos o seres queridos. Comparte sinceramente lo que te gusta de sus cuerpos. Después pídeles que te digan lo que valoran de tu cuerpo. Quizás descubras belleza que ya tenías, pero no habías notado antes.
Tu cuerpo cumple funciones muy prácticas. Es buen momento para agradecerlo.
Piénsalo: gracias a tus sentidos disfrutas de comidas deliciosas o puedes abrazar a quienes amas. Piensa en tus habilidades: quizás cocinas bien, escribes, tienes ojo para decorar espacios cálidos. Quizás imitas voces, cortas rebanadas de pan perfectas o sirves líquidos con precisión. Ninguna habilidad es demasiado pequeña para celebrar.
Si te apetece, puedes escribirle a tu cuerpo una carta de agradecimiento por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por ti.
Te sentirás mejor contigo misma si te tratas bien. La salud es atractiva (ya sea mental, emocional o física). La ciencia lo respalda. Además, la energía para la compasión propia no surge de la nada. Necesitas alimento, descanso, amor, diversión, retos e intereses, como cualquiera.
Por mucho que queramos, no todas logramos amar nuestros cuerpos sin ayuda. El énfasis social en la apariencia a veces da lugar a trastornos relacionados.
El trastorno dismórfico corporal (más conocido como dismorfia corporal) es una condición que afecta gravemente la autoimagen, generando una obsesión con un defecto corporal leve o imaginario, provocando gran malestar. Al corregirse el defecto, la mitad desarrolla una nueva obsesión corporal.
Los problemas de imagen pueden dar pie a diversos trastornos alimenticios como:
Si conoces a alguien que encaje en alguna de estas descripciones, o eres tú, busca ayuda profesional. Ninguna de estas conductas es la solución.
No hay nada vergonzoso en reconocer que necesitas ayuda. La autoaceptación no ocurre como por arte de magia: es un proceso exigente, a veces contra años de autocrítica, e incluso contra comentarios negativos de familiares, pares o desconocidas. Pero recuerda esto: mereces sanar, y vales el esfuerzo necesario para llegar a un lugar saludable.
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