Millones de personas en todo el mundo utilizan antidepresivos para afrontar la depresión, la ansiedad y otros trastornos del ánimo. Aunque no son una cura, el antidepresivo adecuado puede ser increíblemente útil para tratar los síntomas.
La función principal de los antidepresivos es restablecer el equilibrio neuroquímico saludable en tu cerebro. Los antidepresivos han ayudado a millones de personas, sin embargo, como muchos fármacos, no están exentos de riesgo de efectos secundarios.
La salud mental es tan importante como la salud física. La salud mental suele tomarse menos en serio, y quienes sufren enfermedades mentales a menudo son estigmatizadas. Como resultado, existe menos conocimiento general sobre las condiciones de salud mental, lo que dificulta su identificación, sobre todo porque los síntomas no siempre son claros. Las personas suelen sufrir durante más tiempo problemas que no saben que pueden tratarse.
La depresión es un trastorno del ánimo que puede afectar a cualquiera. La mayoría de las personas han experimentado sentimientos de profunda tristeza o duelo, pero esto no es lo mismo que tener depresión. La depresión es una sensación persistente de vacío o tristeza que puede ser incapacitante. No es algo de lo que puedas salir solo con una actitud positiva: es una enfermedad real que necesita un tratamiento adecuado.
La depresión clínica puede clasificarse como leve, moderada o grave. Las causas fundamentales no se entienden por completo, sin embargo, está claro que la depresión está relacionada con desequilibrios químicos en el cerebro, y puede ser desencadenada por cambios importantes, pérdidas o traumas.
Los síntomas de la depresión incluyen tristeza, anestesia emocional, sensación de vacío, cansancio, sentimientos de inutilidad, irritabilidad rápida, ansiedad y falta de interés en actividades cotidianas como el sueño, la comida, el trabajo y la actividad física y sexual. En casos graves, algunas personas desarrollan pensamientos suicidas e incluso pueden intentar acabar con su propia vida.
Aunque los antidepresivos se usan comúnmente para tratar la depresión, también se usan para tratar otros trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno de ansiedad generalizada, estrés postraumático (TEPT) y dolor crónico. En pocas palabras, equilibran los niveles de neurotransmisores, sustancias químicas esenciales para el funcionamiento normal del cerebro. Aunque en general tienen éxito en lograr el efecto deseado, los mecanismos exactos de cómo funcionan los antidepresivos aún se están estudiando, incluso después de muchas décadas.
Los antidepresivos suelen ir acompañados de algunos efectos secundarios mientras el organismo se adapta a los cambios químicos. Estos síntomas generalmente desaparecen en pocas semanas. La gravedad de los efectos secundarios puede variar de una persona a otra y de un fármaco a otro. Los efectos secundarios más comunes son:
La mayoría de los antidepresivos funcionan calmando el sistema nervioso, pero este mismo mecanismo también se asocia a la respuesta ante los estímulos sexuales. El uso de antidepresivos está directamente relacionado con la disfunción sexual tanto en hombres como en mujeres, aunque las mujeres suelen vivirlo más frecuentemente. Se caracteriza por la incapacidad para alcanzar el orgasmo, sequedad vaginal y disfunción eréctil.
Las mujeres deben tomar precauciones si están tratando de concebir mientras usan antidepresivos porque algunos tipos pueden provocar defectos de nacimiento.
Muchas pacientes experimentan aumento de peso al tomar antidepresivos porque estos pueden disminuir el sodio en la sangre. Los niveles bajos de sodio incrementan el deseo de consumir alimentos salados y altos en calorías. Por otro lado, los posibles efectos secundarios también incluyen náuseas y vómitos. Sentirse con náuseas puede llevar a un menor consumo calórico y pérdida de peso. Ambas condiciones deben ser atendidas, ya que la falta de sodio puede desembocar en hiponatremia (una situación donde la concentración de sodio en sangre es peligrosamente baja), mientras que la pérdida de peso puede provocar desnutrición y contribuir a trastornos alimentarios y digestivos.
Al comenzar el tratamiento, los neurotransmisores cerebrales necesitan tiempo para adaptarse a los cambios químicos. Esto a veces puede provocar insomnio, resultando en privación del sueño, lo cual reduce notablemente el rendimiento en áreas como la atención, la memoria, la regulación del ánimo y la velocidad de reacción. Si el insomnio persiste, considera una alternativa antidepresiva.
Por los cambios en las reacciones químicas del cerebro, una persona que toma antidepresivos también puede sentir mareos y somnolencia. Los antidepresivos pueden bajar la presión arterial y causar sensación de mareo.
En los casos en que una persona con depresión ya tiene ideación suicida establecida, el aumento de energía y motivación que proporcionan los antidepresivos puede facilitar que lleve a cabo el suicidio si sus otras necesidades emocionales siguen sin estar satisfechas. Esta es una de las muchas razones por las que es fundamental evaluar el estado mental y los hábitos emocionales de una persona antes de prescribir medicación.
Otros efectos secundarios comunes al tomar antidepresivos son sudoración, boca seca, temblores, dolores de cabeza, ansiedad, palpitaciones, erupciones cutáneas, estreñimiento, visión borrosa y diabetes. Si inicias una prueba con antidepresivos, asegúrate de seguir tu comportamiento y tus síntomas desde el primer día, y mantén informada a tu profesional de salud sobre cualquier novedad. Hacerlo puede ser difícil cuando eres tú quien sufre. Hay aplicaciones útiles que te recuerdan registrar tu estado de ánimo en intervalos establecidos. Puede que parezca insignificante en el momento, pero registrar los cambios a lo largo del tiempo puede revelar patrones que de otra manera pasarías por alto. Una amiga o familiar puede ayudarte en las primeras semanas, ya que es difícil saber cómo ayudar a quien se siente desamparada, pero realizar una tarea específica suele ser bienvenido para quienes se preocupan.
Aunque los efectos secundarios graves son raros, la primera medicación que te recete tu doctora puede no ser la más adecuada. Si comienzas una prueba con antidepresivos, ten presente que puede que necesites varios intentos antes de encontrar el medicamento con el que te sientas bien. A algunas personas los antidepresivos no les benefician en absoluto.
Si no experimentas alivio de los efectos secundarios en las primeras semanas, existen varios pasos que puedes seguir para aliviarlos.
Los antidepresivos no ofrecen una solución universal. Cada persona reaccionará de forma diferente a cada antidepresivo. Es fundamental dar suficiente tiempo a la medicación prescrita para que haga efecto—usualmente unas 2 semanas—antes de decidir realizar algún cambio. Los efectos secundarios leves son comunes en las primeras semanas de uso, pero deberían desaparecer.
Si los efectos secundarios dificultan tu día a día o sientes que los antidepresivos recetados no están mejorando tu salud mental en general, consulta con tu médica la posibilidad de ajustar la dosis. Reducir la dosis puede aliviar los efectos secundarios, mientras que aumentarla podría ayudar a conseguir su efecto terapéutico.
A veces, tomar el medicamento a una hora determinada cada día puede ayudar a manejar los efectos secundarios. Por ejemplo, si el antidepresivo produce somnolencia, prueba a tomarlo justo antes de dormir. Si causa náuseas, tomarlo con alimentos puede ayudar (siempre y cuando la comida elegida no cause efectos adversos junto con el medicamento).
Presta atención a las sustancias que pueden empeorar los síntomas que experimentas (por ejemplo, el alcohol y el tabaco pueden aumentar la sensación de mareo o náuseas).
Actualmente, los antidepresivos juegan un papel importante en el manejo de la depresión, pero no son la única opción. Algunas personas son incompatibles con los antidepresivos o prefieren probar otros tratamientos alternativos.
La salud mental y física están más entrelazadas de lo que muchas personas creen. Aspectos que solemos considerar solo físicos (como la alimentación, por ejemplo) a menudo afectan también la salud mental, y viceversa. No se trata de afirmar que la depresión se deba a una mala dieta, sino de reconocer que mantener el cuerpo en buen estado general da más posibilidades de afrontar la enfermedad. Ciertos alimentos se han relacionado con un descenso en los niveles de serotonina, propiciando sentimientos de tristeza, mientras que otros se asocian con una mejoría del ánimo. El ejercicio físico también puede aumentar los niveles de serotonina. Tanto la alimentación como la actividad física deberían tenerse en cuenta al decidir un tratamiento.
Hablar con una terapeuta profesional puede ayudarte a sobrellevar periodos depresivos. Ya sea para gestionar patrones de pensamiento negativos o los efectos a largo plazo de un trauma, aprender a que tu mente sea un lugar más compasivo puede marcar la diferencia. La terapia no es una cura para la depresión, pero puede contribuir al proceso de sanación, especialmente en combinación con otras medidas (antidepresivos, dieta, ejercicio, reducción de estresores, etc.). Si no sabes por dónde empezar a buscar una terapeuta o qué tipo de tratamiento es más conveniente para tu situación, puedes consultar a tu profesional de salud para pedir orientación. Al igual que los antidepresivos, encontrar una terapeuta adecuada también puede requerir ensayo y error. Se ha demostrado que la terapia cognitivo-conductual (TCC) es eficaz para tratar la depresión aguda: su objetivo es evaluar, desafiar y modificar creencias disfuncionales.
Aun cuando tengamos la experiencia de reconocer que existen otros estados mentales posibles, el estado mental en que nos encontramos en un momento dado parece eterno. En estado depresivo, puede resultar imposible pedir ayuda o incluso levantarse de la cama. Dicho esto, las acciones de bajo estrés y bajo riesgo pueden ayudar progresivamente a una persona deprimida a acercarse a la posibilidad de alivio del dolor mental y emocional. Las experiencias que te sacan de ti misma resultan más beneficiosas si se incorporan como práctica: ayudar como voluntaria a personas cuyas necesidades puedas satisfacer, llevar un diario de gratitud o practicar la meditación son actividades que han ayudado a muchas mujeres.
Pedir ayuda cuando la necesitas no es signo de debilidad. No existe ninguna persona que no haya necesitado apoyo en algún momento. Las personas felices tienen más para dar, así que esforzarte por sanar te beneficia a ti y a toda la comunidad de la que formas parte.
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