Dolores de cabeza. Senos doloridos. Cambios de humor. Irritabilidad. Calambres. Fatiga. Dificultad para dormir. Hinchazón. Antojos de comida. Acné. El SPM no es nada amable.
El SPM, o síndrome premenstrual, es un conjunto de síntomas físicos y emocionales que muchas mujeres sufren en los días previos a su menstruación. Estos suelen aparecer en los 5 días antes del periodo y pueden durar hasta una semana. La selección e intensidad de los síntomas varían.
Las manifestaciones clínicas del síndrome premenstrual varían y no se conoce una causa, frustrando tanto a médicas como a las mujeres que lo padecen. La naturaleza intermitente de los síntomas dificulta el diagnóstico, especialmente porque las descripciones no siempre son precisas.
Al igual que con otros procesos corporales relacionados con el ciclo mensual, registrar de forma constante los síntomas y sus cambios ayuda a evaluar la frecuencia, el momento y la gravedad de las manifestaciones del SPM. A veces las mujeres se sorprenden al descubrir que sus síntomas no parecen coincidir con los cambios de sus ciclos hormonales.
¡Atención! Algunas experiencias características del síndrome premenstrual se superponen con síntomas de otros procesos y condiciones. Si tus síntomas son graves, acude a tu médica.
Por ejemplo, tu médica puede recomendar una evaluación de la tiroides. Los trastornos tiroideos son comunes en mujeres en edad reproductiva, y síntomas como aumento de peso, depresión y fatiga pueden indicar un problema de tiroides.
Los síntomas del SPM suelen dividirse en tres categorías:
El trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es una forma grave del SPM. Los síntomas del TDPM son similares a los del SPM, pero lo suficientemente intensos como para interferir con el trabajo, las actividades sociales y las relaciones personales. El TDPM también dura más que el SPM—hasta dos semanas.
Los síntomas del TDPM incluyen los del SPM así como otros adicionales, como estallidos de enojo, menor interés en actividades habitualmente placenteras y sentimientos de desesperanza. Muchas mujeres con TDPM requieren medicación, sin embargo es importante descartar otras condiciones que pudieran explicar estos síntomas antes de diagnosticar, incluyendo trastornos emocionales como depresión o ataques de pánico, y condiciones físicas como menopausia, endometriosis, miomas o problemas hormonales.
No se han identificado mecanismos responsables del SPM, aunque las especialistas piensan que es un problema químico/neurobiológico debido a los cambios cíclicos en los niveles de las hormonas ováricas, estrógeno y progesterona.
Al modular la función de ciertos químicos cerebrales llamados neurotransmisores (como la dopamina y la serotonina), estas hormonas provocan cambios de ánimo. Los estudios muestran que mujeres con trastornos del ánimo, depresión y depresión posparto tienen mayor riesgo de sufrir SPM.
En combinación con niveles bajos de magnesio y calcio, los efectos sobre los neurotransmisores pueden causar aumento del apetito y antojos de ciertos alimentos, especialmente lácteos y dulces.
Las oscilaciones en los niveles de estrógeno y progestágenos pueden afectar otras hormonas también, como la aldosterona, que regula el equilibrio entre sal y agua. El exceso de aldosterona puede causar retención de líquidos e hinchazón abdominal (también llamado meteorismo), senos sensibles (mastalgia) y aumento de peso. La depresión, el aislamiento, el insomnio, la pérdida de memoria y la confusión también pueden aparecer debido a las oscilaciones hormonales.
Las investigaciones han encontrado que las mujeres que sufren TDPM tienen una composición genética diferente que resulta en una “respuesta celular desregulada” al estrógeno y la progesterona. Los estudios continúan y existe la esperanza de mejorar el tratamiento tanto del SPM como del TDPM.
Aunque hay abundante evidencia de que los síntomas son reales y físicos, muchas doctoras todavía no tienen claro cómo tratar el SPM, y existen opiniones encontradas sobre los diferentes tipos de terapias. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas. Se empieza con una evaluación exhaustiva de las manifestaciones del SPM y su impacto en el funcionamiento diario y a la inversa.
Una mujer informada estará mejor preparada para manejar sus síntomas de SPM que una que no sabe identificarlos. Un “diario del SPM” puede ofrecer una imagen más precisa de cómo se comporta el cuerpo bajo distintas circunstancias, por ejemplo, lo que experimenta durante las diferentes fases de su ciclo mensual.
El manejo del estrés también se considera un tratamiento eficaz, especialmente para mujeres que llevan una vida acelerada. Es importante tomarse un respiro de las responsabilidades de vez en cuando y dedicar tiempo a actividades que simplemente disfrute. Tras dedicar unos días para sí misma cada mes, es probable que note una reducción en los síntomas.
Para algunas, romper los ciclos de estrés puede ser difícil sin ayuda externa. En casos de ansiedad, irritabilidad o depresión graves, puede ser conveniente buscar apoyo psicológico.
Analgésicos de venta libre, como ibuprofeno o aspirina, pueden ayudar a aliviar los calambres, dolores y sensibilidad de los senos. Puede recetarse medicación para casos de depresión o ansiedad significativa. Los anticonceptivos hormonales, como las pastillas anticonceptivas, también pueden ayudar regulando las fluctuaciones hormonales.
¡Atención! No uses analgésicos sin receta si padeces úlcera péptica o enfermedad renal. Hacerlo puede empeorar tu estado.
Una alimentación saludable es fundamental para tu bienestar general, incluida la producción hormonal. Comer de forma equilibrada, reducir el consumo de sal, azúcar, cafeína y alcohol, y mantenerte bien hidratada puede ayudar a aliviar los síntomas del SPM.
Se suelen emplear algunos suplementos para aliviar los síntomas, como calcio, magnesio y omega-6. Sin embargo, los estudios indican que no todos los suplementos actúan como prometen, así que consulta con tu médica sobre la seguridad y eficacia de los suplementos que planeas tomar. Se suele desaconsejar la vitamina E y la B6 por el riesgo de efectos secundarios adversos.
Las actividades físicas pueden ayudar especialmente con los calambres y la hinchazón. El ejercicio ligero, como el trote, libera endorfinas y puede reducir la sensibilidad en los senos, la retención de líquidos y la depresión. Los procedimientos centrados en relajar el cuerpo pueden reducir la ansiedad y aliviar temporalmente la depresión y el dolor percibido. ¿Qué tal un masaje relajante?
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