Las personas tienen una necesidad innata de interacción social, incluido el contacto físico. El tacto es vital para el bienestar de una persona. Con la pandemia de Covid-19 y el distanciamiento social, muchas nos sentimos privadas de contacto. ¿Cuáles son las consecuencias y es posible compensar este déficit?
Desde los abrazos hasta los apretones de manos, existen muchas formas habituales de interactuar que satisfacen nuestra necesidad de contacto físico sin que nos demos cuenta. Ahora debemos cambiar nuestros hábitos para limitar la propagación del coronavirus. Sin embargo, el contacto persona a persona es una necesidad humana básica y, en su ausencia, la sensación de aislamiento que muchas ya experimentamos empeora aún más.
La ciencia nos ayuda a entender por qué el apoyo social y el contacto humano son esenciales para la salud física y mental, especialmente en tiempos de estrés e incertidumbre.
Los estudios científicos también muestran la importancia del contacto físico en el desarrollo infantil, el cual, entre otras cosas, se ha asociado con:
Aunque debemos reconocer la necesidad humana de contacto físico, también es fundamental recordar que tocar a alguien significa invadir su espacio personal (algo que nunca debe hacerse sin consentimiento). Cada cultura tiene diferentes tolerancias al contacto físico. Por ejemplo, las finlandesas tienden a mantener la distancia, mientras que las argentinas son más cómodas estando cerca unas de otras.
Algunas personas, de hecho, no disfrutan nada ser tocadas. La haptefobia es un trastorno de ansiedad que hace que la persona rechace el contacto físico: ser tocada les resulta desagradable.
En comparación con las niñas, las adolescentes parecen depender menos del contacto físico, pero las adultas mayores, que suelen estar solas más a menudo, son más vulnerables y conscientes de sí mismas, y probablemente necesiten mucho más contacto piel a piel que las más jóvenes. Numerosos estudios han demostrado los efectos positivos del apoyo social en la salud y el bienestar. El apoyo social puede definirse como relaciones significativas que brindan compasión, cuidado y seguridad, mientras fomentan la resiliencia y una autoestima positiva.
Sentirse conectada con otras, especialmente a través del contacto físico, puede incluso protegernos frente a los efectos negativos del estrés. Un apoyo social fuerte y el contacto íntimo, como los abrazos, pueden protegernos contra infecciones al reforzar el sistema inmunológico. El contacto físico con una persona querida y de confianza estimula el sistema nervioso parasimpático, que responde calmando y relajando el cuerpo. Al recibir contacto, la frecuencia cardíaca disminuye, la presión arterial baja, el cortisol—conocido como la hormona del estrés—desciende, y el cuerpo libera oxitocina—la hormona del amor y el apego.
Simplemente tomar la mano de alguien que está sufriendo puede ayudarle a atravesar un momento difícil. Y esto beneficia tanto a quien da como a quien recibe, ya que el contacto físico es un acto bidireccional, por así decirlo.
Incluso un toque suave de un desconocido puede reducir la sensación de exclusión social. Esto es especialmente relevante en el contexto de quienes están predispuestas al aislamiento, como las personas mayores o quienes tienen dificultades sociales. Los hombres suelen estar mucho más privadas de contacto que las mujeres, en parte por la prevalencia de ideales masculinos dañinos que desaconsejan el contacto platónico.
Brindarse cariño físico a una misma es mejor que nada. Nos consolamos constantemente: nos frotamos la frente, entrelazamos las manos, acariciamos el cabello, tocamos el cuello. Esto incluye el contacto sexual: la masturbación también puede ser un toque reconfortante que ayuda a reducir el estrés tanto como a satisfacer el deseo.
Hace un año, podríamos haber sugerido buscar contacto platónico en forma de un masaje, una pedicura o manicura, ir a la peluquería, tomar clases de baile o levantar pesas en un gimnasio con una entrenadora. Actualmente, actividades como estas son un lujo inalcanzable si queremos permanecer seguras.
En la nueva realidad creada por la pandemia de coronavirus, muchas de las personas con mayor riesgo de contagio (personas con discapacidad, enfermas crónicas y mayores) también se ven obligadas a experimentar una prolongada hambre de contacto. En cuarentena o aislamiento, estas personas, especialmente si viven solas, sufren más por la falta de contacto, ya que se les niega el trato con hijas, nietos, amigas y otras familiares.
Aunque el contacto remoto ayuda mucho a combatir la soledad, está claro que ni las llamadas, las conversaciones en línea ni los medios interactivos pueden reemplazar el contacto humano. La piel humana es única e irrepetible. Frecuentemente subestimada, la piel es un órgano altamente especializado y nuestro sentido del tacto es sumamente sofisticado.
Por eso, muchas personas dudan que los robots sexuales puedan algún día reemplazar a una persona real—aun el mecanismo más avanzado no logrará replicar las sensaciones que genera tocar la piel de otra persona, sentir su calor y olor. Aun así, durante la pandemia, muchas tiendas eróticas han reportado un aumento en la demanda de juguetes variados, incluidas muñecas antropomorfas.
¿Cómo podemos consolarnos cuando no hay nadie a nuestro lado? Aquí tienes algunas sugerencias:
Algunas personas experimentan la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma (ASMR, por sus siglas en inglés) al escuchar ciertos sonidos, como susurros o el roce del peine en el cabello.
Estos sonidos únicos estimulan la parte del cerebro asociada al tacto y la conexión. Quienes experimentan ASMR reportan sensación de calma en mente y cuerpo. El ASMR también es útil para gestionar el estrés y ayudar a quienes tienen problemas para dormir. Puedes encontrar estos sonidos en YouTube, Spotify y otras plataformas.
Otro método puede ser llevar un diario o practicar la escritura automática. Escribir tus pensamientos y emociones en un cuaderno te ayuda a procesar lo que sientes. Otras técnicas de atención plena, como la meditación y los ejercicios de respiración, también pueden ser terapéuticos.
Para algunas personas, sobre todo quienes estamos acostumbradas a mostrar una imagen fuerte y controlada, cualquier forma de autoconsuelo puede resultar incómoda. Puede ayudar pensar en ello como una manera de sanar—te ayudas a ti misma a sobrellevar las circunstancias estresantes. No hay nada de vergonzoso en ello.
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