La pubertad es un proceso que marca la transición de la niñez a la adultez. Es una etapa de cambios tanto físicos como psicológicos.
Las niñas experimentan la pubertad, en promedio, empezando entre los 9 y 11 años y hasta los 15 o 17 años. Los niños generalmente comienzan este proceso un poco más tarde, desde los 11–12 hasta los 16–17 años de edad. El ritmo al que cada una madura también varía de persona a persona. Ir un poco más despacio o adelantarse a tus amigas es absolutamente normal.
Los cambios que comprende el término 'pubertad' se desarrollan a lo largo de varios años. El desarrollo de cada persona es único, ocurre a un ritmo y de una forma particular. No puedes cambiar el ritmo de tu cuerpo, pero sí puedes esforzarte por entenderlo.
A nivel hormonal, todos estos cambios son resultado de señales provenientes del cerebro. La hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) llega a la glándula pituitaria (situada en la base del cerebro), que luego libera dos hormonas en el torrente sanguíneo: la hormona luteinizante (LH) y la hormona foliculoestimulante (FSH). LH y FSH regulan la producción de estrógeno y testosterona. Tanto el estrógeno como la testosterona están presentes en niñas y niños, pero en diferentes niveles, y afectan al cuerpo de manera distinta.
Los cambios más visibles son físicos. Las adolescentes experimentan alteraciones en la altura, la forma del cuerpo, el peso y el vello corporal al transformarse de niñas a mujeres jóvenes.
El crecimiento del vello (donde antes no había) es uno de los primeros signos de la pubertad. Tanto niñas como niños comienzan a desarrollar vello bajo las axilas y en la zona genital. El vello de las piernas y brazos también se vuelve un poco más grueso y oscuro. El tipo de vello varía según la persona—puedes observar a tus padres para tener una idea aproximada de qué esperar.
Los niños suelen empezar a desarrollar vello facial en las etapas finales de la pubertad, alrededor de los quince años. El vello arriba del labio suele ser el primero, seguido por el del mentón y bajo la mandíbula. El crecimiento del vello facial difiere mucho entre individuos: algunos niños ya tienen algo de vello a los 12 años, mientras que otros quizás tengan dificultades para desarrollar una barba densa incluso como adultos.
Lo que hagas con el vello de tu cuerpo tiene significado social y cultural, pero en última instancia, tú debes decidir qué opciones de depilación tomar. Algunas personas son más sensibles a la irritación de la cuchilla o sufren más fácilmente de vellos encarnados tras afeitarse. Existen muchos productos para aliviar esas molestias, pero a veces lo mejor es dejar que el vello crezca.
Algunas cosas a tener en cuenta si decides comenzar a depilarte:
Junto al crecimiento del vello, uno de los primeros signos de inicio de la pubertad en los niños es el crecimiento del pene y los testículos, el descenso de los testículos y el oscurecimiento gradual del escroto. Los genitales cambian durante varios años y suelen estar totalmente desarrollados hacia los 18 años.
En este periodo los niños comienzan a tener erecciones más frecuentes. Una erección puede ocurrir en cualquier momento, y la frecuencia varía mucho: desde una hasta varias al día. Esto depende de la edad, madurez sexual y otros factores aleatorios (es completamente normal tener una erección sin razón aparente). También puedes tener erecciones mientras duermes, muchas veces acompañadas de una eyaculación, es decir, un ‘sueño húmedo’. Estos sueños son comunes durante la pubertad y ocurren cuando la producción de testosterona en el cuerpo aumenta. No tener control sobre esto puede resultar molesto o vergonzoso, pero no te preocupes, no eres la primera ni la última persona en experimentarlo.
En las niñas, la vulva también cambia gradualmente durante este tiempo, volviéndose estructuralmente más grande y pronunciada—los labios mayores (los pliegues externos grandes de la vulva) se vuelven más visibles, los labios menores (pliegues internos más pequeños) se desarrollan, la hendidura vulvar (la apertura entre los labios mayores) y el clítoris aumentan ligeramente de tamaño. Esto suele producirse entre dos y tres años antes de la primera menstruación.
El desarrollo inicia con un ligero hinchazón bajo el pezón. Esa hinchazón puede acompañarse ocasionalmente de sensibilidad o dolor. La notarás como un pequeño bultito debajo del pezón (lo que suele llamarse botón mamario) que irá creciendo con el tiempo. Los pezones y la areola (la zona de piel alrededor del pezón) aumentarán de tamaño y se oscurecerán. A menudo un pecho se desarrolla más rápido que el otro, y aunque el otro terminará por igualarse, no te sorprenda si terminas con uno ligeramente más grande que el otro. Casi todas las mujeres tienen esta diferencia en tamaño—los cuerpos perfectamente simétricos no existen.
A medida que empiezan a desarrollarse tus pechos, quizás sientas la necesidad de usar sostén. Puede ser especialmente útil durante la práctica deportiva debido a la sensibilidad del pecho en crecimiento—no dejes que tu cuerpo te impida hacer lo que te gusta. Un sostén, como cualquier cosa nueva, puede ser difícil de llevar al principio, y encontrar la talla o modelo adecuado no es sencillo, pero agradecerás haberte tomado el tiempo de buscar el que mejor se adapte a ti. Las tallas de sujetador combinan un número (la circunferencia de tu tórax debajo del pecho) y una letra (el tamaño de la copa). Si vas a comprar por primera vez, puedes pedir consejo a alguien de confianza que conozca el sistema—ya sea amistad, familiar o una dependienta experta.
Tu primera menstruación llegará aproximadamente 2–2,5 años después de que comiencen a formarse los pechos. Al principio tu periodo puede ser irregular, ya que el cuerpo necesita tiempo para adaptarse a la nueva actividad hormonal. El ciclo suele estabilizarse durante el año siguiente, aunque para algunas lleva un poco más. Una señal común de que tu cuerpo está listo para este cambio es la aparición de flujo vaginal: una sustancia transparente a blanquecina, algo pegajosa que puedes notar en tu ropa interior de vez en cuando. Suele aparecer entre seis meses y un año antes de la primera regla.
La mayoría de las niñas tienen su primera regla entre los 12 y 13 años, aunque cualquier edad entre los 10 y 15 es considerada normal. Algunos síntomas físicos de la menstruación que suelen indicar que tu regla se avecina son: sensibilidad en los pechos, hinchazón, retención de líquidos, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, acné, cólicos abdominales, diarrea o estreñimiento, dolor lumbar, dificultades para dormir, falta de energía o fatiga. No todas sufren todos los síntomas—de hecho, muchas no sienten ninguno—esto es solo una lista de molestias posibles. Para la mayoría, los analgésicos comunes son suficientes para aliviar los cólicos y muchos otros síntomas pueden controlarse eficazmente con un estilo de vida saludable.
Lee más sobre el ciclo mensual aquí.
Un aumento en la producción de testosterona en los niños da como resultado un marcado incremento de la masa muscular. Los músculos primero crecen en masa y después ganan fuerza y resistencia gracias a la maduración de los pulmones y el sistema cardiovascular. Habrá diferencias notables entre chicos de la misma edad porque no todas se desarrollan al mismo ritmo. En las niñas también aumenta la masa muscular durante la pubertad, aunque normalmente de forma menos llamativa.
Los niños también suelen notar que su voz se vuelve más grave. Sus laringes crecen tan rápido durante la pubertad que a veces superan la capacidad de las cuerdas vocales, haciendo que la voz se 'quiebre'. Este periodo de fluctuaciones suele durar solo unos meses.
Ganar peso puede ser una parte no deseada de la pubertad, pero es crucial para que el cuerpo se desarrolle apropiadamente—y durante la adolescencia hacen falta esos recursos. Puede impactar verte pasar de ser una niña delgada a una adolescente con curvas, pero enfocarte en los cambios que no te gustan no ayuda, especialmente si te niegas a nutrirte. Siempre es mejor cuidarte que intentar ajustarte a cierta imagen. Amar tu cuerpo forma parte de ese cuidado. Si te preocupa el peso extra, habla con tus padres o tu médica para asegurarte de que todo avanza como debe ser.
En niñas y niños hay un gran aumento en la producción de sebo desde los poros con glándulas sebáceas (principalmente en la espalda, parte superior del pecho, cuello, hombros y rostro). El sebo es parte esencial de los aceites naturales del cuerpo, necesarios para mantener la piel sana, aunque muchas adolescentes sufren de glándulas hiperactivas, que pueden obstruir los poros.
Esto se conoce como acné. Algunas personas solo lidian con algún grano ocasional, otras tienen problemas de piel hasta la adultez. Independientemente de tu tipo de piel, cuidarla—manteniéndola limpia, hidratada y protegida del sol—ayuda a que luzcas y te sientas mejor.
Sudoración también se hace más evidente durante esta etapa. Las glándulas sudoríparas se vuelven más activas, produciendo más sudor. Aunque el sudor en sí no huele, las bacterias de la piel lo descomponen dando lugar a malos olores. Para evitar olores, mantente limpia—ducha o báñate con más regularidad, presta especial atención a las axilas, pies y genitales. Usar desodorante o antitranspirante también puede ayudar, sobre todo durante la actividad física.
Junto con los cambios físicos que trae la pubertad, llega el desarrollo psicológico profundo. Crece la capacidad de pensamiento abstracto, de comprender los puntos de vista ajenos y de analizarse a una misma—herramientas valiosas para desenvolverse en la comunicación. Las adolescentes empiezan a incorporar estrategias de afrontamiento y a comprender mejor cómo actuar ante situaciones de crisis. Es el momento en que empiezas a cuestionar las ideas y creencias de otras personas, desafiándolas para formarte tu propio criterio sobre el mundo.
La pubertad es el momento en que desarrollamos la autonomía y la identidad personal, así como el inicio de la exploración sexual. Durante este tiempo, las adolescentes crean su propio sistema de valores, que no siempre coincide con el de su familia. Se inclinan cada vez más hacia la aceptación de amistades y menos hacia la aprobación familiar. Surge el deseo de encajar y de destacar al mismo tiempo, lo que viene acompañado de una mayor sensibilidad a la presión social.
Debido a los cambios hormonales, las adolescentes suelen pasar de la euforia al enfado, la ansiedad y la tristeza con frecuencia. Esto puede provocar conflictos y malentendidos donde antes no los había. Aunque los cambios de humor son normales, el malestar no resuelto puede derivar en problemas de salud mental. Si te sientes abrumada por alguna preocupación o miedo, habla con alguien de confianza, o busca a una profesional que te ayude a salir adelante.
La pubertad es también la etapa en que las adolescentes comienzan a construir una identidad sexual autónoma y a comprender mejor sus deseos sexuales. El contexto social y familiar influye en la percepción de roles y expectativas, y tiene impacto sobre el acceso a la información, educación y oportunidades acerca de la sexualidad. La personalidad y el temperamento individuales también influyen en la comprensión y aceptación de actitudes diversas sobre la sexualidad.
La mayoría de la exploración sexual empieza por una misma. La masturbación—especialmente la femenina—sigue teniendo estigma. Sin embargo, es normal en el desarrollo y, como cualquier actividad sexual, una elección personal. El acto en sí no hace daño (salvo excesos extremos), pero la vergüenza que a muchas se les inculca sobre sus impulsos sí lo hace. Si se interioriza, esta vergüenza puede acompañar a una persona por años, décadas, hasta toda la vida, impidiéndole disfrutar plenamente de su sexualidad.
Para la mayoría, la exploración sexual con otras personas sucede antes o después. Esto conlleva riesgos añadidos. Es importante educarse acerca del sexo seguro para reducir el riesgo de embarazos no deseados, ETS y traumas, pero no toda la responsabilidad debería recaer en las adolescentes. Cuando se carece de una educación sexual objetiva y rigurosa, muchas mujeres jóvenes no acceden a fuentes de confianza y suelen basar sus decisiones en intuiciones, consejos de amistades, mitos, rumores, pornografía y otros recursos de Internet.
Es importante reconocer que esa sensación incómoda al hablar de sexo no nace de algo 'malo' en el sexo o el placer. La vergüenza es un aprendizaje social, una norma no escrita transmitida de generación en generación. Un ambiente de bochorno, temor y culpa dificulta la comunicación con quienes quieres y pone en riesgo tu bienestar y el de otras chicas. Al final, hace más daño que bien. Podemos hacerlo mejor.
Los constantes cambios de la pubertad pueden ser una montaña rusa extraña con toda la información nueva y sentimientos inéditos a los que adaptarte, pero si te tratas con amabilidad, entrarás a la adultez con independencia, más madurez emocional y un sentido de identidad más sólido.
Puedes registrar tu periodo usando WomanLog. Descarga WomanLog ahora: