La mayoría de nosotras conocemos el estrógeno como la principal hormona sexual femenina, pero esta sustancia hace mucho más que gestionar la salud menstrual y reproductiva. Desde la formación de huesos y órganos hasta la regulación de la digestión y la cognición, el estrógeno está implicado en todos los aspectos de nuestras vidas.
¿Sabías que existe más de un tipo de estrógeno? ¿Has pensado alguna vez en el papel que desempeña el estrógeno en el cuerpo masculino? La mayoría conocemos esta hormona, pero en esta ocasión profundizaremos un poco, analizando los tres tipos diferentes de estrógeno y sus funciones tanto en hombres como en mujeres.
Te sorprendería saber que el estrógeno es importante para todas las personas, no solo para las mujeres, y está activo en el cuerpo mucho antes de la pubertad. Desde el momento de la concepción, el estrógeno juega un papel crucial en cómo se desarrolla nuestro cuerpo. En ambos sexos, esta hormona apoya el crecimiento y mantenimiento de sistemas fisiológicos fundamentales, entre ellos:
El estrógeno es necesario para el desarrollo y mantenimiento de la fuerza y densidad ósea. Es un factor clave en el cierre de las placas de crecimiento óseo en adolescentes. La interacción de los estrógenos con la testosterona y otras hormonas regula la remodelación ósea—el equilibrio entre la formación y la reabsorción—para mantener la salud esquelética en hombres y mujeres. La disminución de los niveles de estrógeno tras la menopausia pone a las mujeres en mayor riesgo de osteopenia y osteoporosis.
El estrógeno protege y apoya el funcionamiento saludable de los vasos sanguíneos, regula los niveles de colesterol y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares en hombres y en mujeres premenopáusicas. Los estudios demuestran que suplementar con estradiol en mujeres menopáusicas puede disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas, aunque sigue siendo polémico durante cuánto tiempo es seguro hacerlo.
El estrógeno influye en el estado de ánimo, la cognición y la memoria. Las investigaciones indican que el estrógeno protege el cerebro contra el deterioro cognitivo y las enfermedades neurodegenerativas en hombres y mujeres a medida que envejecemos.
El estrógeno afecta la sensibilidad a la insulina, el metabolismo de lípidos y de la glucosa. También ayuda a regular el gasto energético, el peso corporal y la distribución de la grasa (que varía entre mujeres y hombres).
El estrógeno estimula el colágeno y otros componentes dérmicos para mantener la hidratación, elasticidad y grosor de la piel. Mantener niveles normales de estrógeno favorece la salud cutánea y puede retrasar los signos del envejecimiento.
Los ovarios, el útero y las trompas de Falopio se desarrollan en el útero y mantienen su función gracias al estrógeno. Esta hormona también apoya la salud sexual manteniendo la lubricación y elasticidad vaginal.
Con la llegada de la pubertad, los ovarios empiezan a producir estrógeno y los niveles aumentan notablemente en las adolescentes, provocando el desarrollo de los senos, el ensanchamiento de las caderas, el vello púbico y la redistribución de la grasa corporal.
El estrógeno regula el ciclo menstrual estimulando el crecimiento del endometrio durante la fase folicular. Como el estrógeno interviene en muchos sistemas del cuerpo, muchas mujeres experimentan síntomas físicos y emocionales cuando los niveles hormonales fluctúan a lo largo de las distintas etapas del ciclo. Por ejemplo, cuando el estrógeno alcanza su punto máximo (hacia la mitad del ciclo), puedes sentirte en tu mejor momento: sociable, activa y llena de energía. A medida que los niveles disminuyen en la segunda parte del ciclo, podrías sentirte más introvertida, cansada y tranquila.
El estrógeno influye en el deseo sexual y la función eréctil en los hombres. Aunque la testosterona es la principal hormona responsable de las características sexuales masculinas, pequeñas cantidades de estrógeno son esenciales para la salud sexual masculina. En mujeres ocurre lo opuesto: el estrógeno genera características sexuales femeninas, pero se necesita algo de testosterona para mantener una libido saludable.
El estrógeno es una de varias hormonas implicadas en la producción de espermatozoides. Los receptores de estrógeno son abundantes en el tracto reproductor masculino. Lo que antes se consideraba solo una “hormona femenina”, ahora sabemos que es imprescindible para la fertilidad masculina saludable, ya que mantiene la integridad estructural de los testículos y apoya la maduración y desarrollo de los espermatozoides.
Ahora que hemos visto algunas funciones del estrógeno, miremos las variaciones de esta hormona. Hay tres tipos principales de estrógeno: estradiol, la forma más poderosa y abundante; estriol, importante durante el embarazo; y estrona, la predominante tras la menopausia.
El estradiol (E2) es la forma más potente y activa de estrógeno en el cuerpo humano. En las mujeres, cerca del 90% se produce en los ovarios, aunque pequeñas cantidades también se generan en las glándulas suprarrenales y células adiposas.
En hombres, solo el 20% aproximadamente de los estrógenos circulantes se producen en los testículos, específicamente en las células de Leydig, mientras que el resto se produce localmente en células del tejido adiposo, el cerebro, la piel y huesos, donde la testosterona se convierte en estradiol gracias a la acción de la aromatasa.
El estradiol es la forma más abundante de estrógeno en mujeres durante la pubertad y su etapa reproductiva. Es responsable de regular el ciclo menstrual y la fertilidad, así como del desarrollo y mantenimiento de las características sexuales femeninas como el crecimiento mamario y el ensanchamiento de las caderas. Además, el estradiol es la mayor responsable de la salud ósea, el ánimo, la energía y la piel.
Las mujeres adultas producen alrededor de diez veces más estradiol que los hombres adultos. Aun así, esas pequeñas cantidades en hombres son vitales para la salud reproductiva y la densidad ósea.
El estriol (E3) es la forma más débil de estrógeno y es más abundante durante el embarazo, cuando lo produce la placenta para apoyar la gestación y el desarrollo fetal. Sus efectos son similares a los del estradiol, pero apenas una octava parte en potencia.
El estriol ayuda a mantener el endometrio, apoya el crecimiento y desarrollo del feto y prepara los senos para la lactancia.
Durante el embarazo, los niveles de estriol aumentan progresivamente y alcanzan el máximo en el tercer trimestre. A veces se miden los niveles de estriol para evaluar la salud fetal en pruebas prenatales. Tras el parto y la expulsión de la placenta, los niveles de estriol descienden rápidamente.
Fuera del embarazo, las mujeres metabolizan pequeñas cantidades de E3 en sus células mamarias e hígado.
La estrona (E1) es la forma predominante de estrógeno en las mujeres menopáusicas. Con la disminución de la producción de estradiol debido al envejecimiento ovárico, la generación de estrona en el hígado y los tejidos grasos aumenta para compensar.
Muchas mujeres mayores se quejan de grasa abdominal. Aunque preferiríamos conservar una cintura más fina, una pequeña acumulación en la zona ayuda en la producción de estrona, lo cual es generalmente beneficioso.
Como siempre, la dieta, el ejercicio, el estilo de vida y la genética influyen y modulan cómo funcionan nuestros sistemas corporales.
Independientemente del tipo, demasiado estrógeno puede tener efectos negativos en tu cuerpo. Estos son algunos síntomas de niveles altos de estrógeno, o dominancia estrogénica:
No puedes diagnosticar la dominancia estrogénica solo contando síntomas. La única forma segura es analizar tus niveles hormonales. Si los resultados muestran que el estrógeno está elevado, puedes tomar algunas medidas para gestionarlo.
Puesto que el estrógeno se metaboliza en el tejido graso, el exceso de grasa corporal puede elevar sus niveles. Mantener un peso saludable mediante ejercicio regular y una dieta equilibrada puede ayudar a regular tus hormonas.
Lleva una alimentación rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Limita los alimentos ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas, ya que contribuyen al desbalance hormonal. Consume menos alimentos ricos de forma natural en fitoestrógenos como la soja, semillas de lino y raíz de regaliz. Se ha demostrado que mujeres que siguen una dieta vegetariana tienen entre un 15% y 20% menos estrógeno en sangre.
El estrés crónico puede desajustar el equilibrio hormonal. Técnicas como la meditación, yoga, respiración profunda y mindfulness ayudan a gestionar el estrés puntual, pero el estrés crónico es más complejo. Cómo lo manejes dependerá de tus circunstancias personales. Si el trabajo te agobia, prueba a tomar unas vacaciones o pon límites claros. Si el estrés es familiar, repartir las tareas del hogar con tu pareja e hijas/os puede aliviar la presión.
El exceso de alcohol y cafeína puede interferir en el metabolismo hormonal y agravar la dominancia estrogénica. Tanto el alcohol como el estrógeno se metabolizan en el hígado. Sobrecargarlo reduce su eficacia y puede acarrear todo tipo de problemas a largo plazo.
Los disruptores endocrinos son sustancias presentes en el entorno que actúan como hormonas dentro del cuerpo. Minimiza la exposición a toxinas ambientales y a químicos como BPA y ftalatos presentes en plásticos, pesticidas y algunos productos de cuidado personal.
En algunos casos, la médica puede recomendarte medicamentos inhibidores de la aromatasa o anticonceptivos para regular el estrógeno. Sin embargo, los cambios en el estilo de vida suelen generar efectos positivos, así que prueba primero con ellos.
Los síntomas que pueden señalar niveles bajos de estrógeno son:
Algunas causas de estrógeno bajo incluyen:
La causa más frecuente de niveles bajos en mujeres es la menopausia, que suele producirse entre los 45 y 55 años. A medida que termina el período reproductivo, los ovarios disminuyen gradualmente la producción de estrógeno.
La extirpación quirúrgica de los ovarios, u ooforectomía, provoca una caída brusca de la producción de estrógeno.
También llamada falla ovárica prematura, la IOP se produce cuando los ovarios dejan de funcionar antes de los 40 años, resultando en menos estrógeno.
El exceso de ejercicio, una nutrición deficiente y trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa pueden reducir el peso y la grasa corporal, alterando la producción hormonal y disminuyendo el estrógeno.
Algunos fármacos, como ciertos quimioterápicos, tratamientos hormonales o medicamentos para la endometriosis o miomas uterinos pueden suprimir la producción de estrógeno y provocar una baja hormonal.
Enfermedades que afectan el hipotálamo o la hipófisis, como el hipopituitarismo o la amenorrea hipotalámica, pueden influir en la producción y regulación del estrógeno.
Al igual que con la dominancia estrogénica, lo primero es analizar tus niveles. Si los resultados confirman estrógeno bajo, tienes alternativas:
La terapia hormonal sustitutiva (THS) emplea suplementos sintéticos o bioidénticos para aumentar los niveles hormonales. Se sigue estudiando si una forma es más segura o eficaz que otra. Existen diferentes vías de administración: pastillas, parches, cremas, geles y anillos vaginales. Cada método tiene efectos ligeramente distintos, especialmente entre vías tópicas y orales. Consulta con tu médica o endocrinóloga para una recomendación personalizada.
El ejercicio regular, una dieta equilibrada, dormir bien, gestionar el estrés y evitar el exceso de alcohol y tabaco favorecen el balance hormonal y tu bienestar general.
Los fitoestrógenos están presentes de forma natural en muchos alimentos, pero los compuestos vegetales también se venden como suplementos para aumentar el estrógeno. En ocasiones se recomiendan plantas como cimicífuga (black cohosh) o trébol rojo. Aunque los datos sobre su eficacia son limitados, suelen ser seguros. Consulta a tu médica antes de probar cualquier suplemento para asegurarte de que tu cuerpo lo tolera.
Enfermedades como trastornos tiroideos, disfunciones hipofisarias o trastornos alimentarios influyen en la producción de estrógeno. Tratar otras afecciones puede ayudar a equilibrar tus hormonas.
Las hormonas son poderosas y merecen nuestro respeto. Estas mágicas sustancias secretadas en cantidades diminutas por nuestros tejidos y glándulas, tienen un gran impacto en cómo nos sentimos y cómo funciona nuestro cuerpo. Esperamos que este artículo te haya ayudado a comprender mejor el estrógeno.
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