Si le preguntas a alguien qué es la migraña, es probable que te responda que es un tipo de dolor de cabeza intenso. Aunque en parte es cierto, esto es una simplificación excesiva. En este artículo, exploramos las etapas, síntomas y mitos relacionados con la migraña, y discutimos diversas estrategias de afrontamiento que ayudan a mitigar los síntomas.
Para gestionar exitosamente la migraña es importante comprender las diferentes etapas del proceso y poder identificar qué desencadena tu migraña. Una profesional de la salud puede recomendar medicamentos adecuados para tus síntomas. Algunos tipos de migraña son más comunes que otros, así que se han desarrollado más tratamientos para aliviar esos casos.
Un ataque de migraña puede durar desde unas pocas horas hasta varios días. Los síntomas asociados pueden clasificarse en cinco etapas. No todas las personas experimentan las cinco y los síntomas varían de una persona a otra.
Las etapas de un ataque de migraña generalmente ocurren en el siguiente orden:
¡Advertencia! Algunos síntomas de la migraña se superponen con los del ictus. Un ictus es una condición médica grave, repentina y potencialmente mortal en la que el suministro de sangre al cerebro se interrumpe o reduce, impidiendo que el tejido cerebral reciba el oxígeno y los nutrientes necesarios. Si de repente tienes un dolor de cabeza muy intenso, dificultad para hablar o comprender el habla, el labio caído de un lado, o experimentas entumecimiento o debilidad súbitas en la cara, brazo o pierna—especialmente en un lado del cuerpo—¡llama a una ambulancia de inmediato!
La mayoría de las personas que sufren migraña tiene una predisposición genética. La migraña puede saltarse una generación, por lo que en la mayoría de los casos, la transmisión parece estar relacionada con una anomalía o mutación en más de un gen.
Sin embargo, la genética no es el único factor que determina nuestra salud y bienestar—se puede estar predispuesta genéticamente a la migraña, y aun así no llegar a padecerla.
La migraña no es una enfermedad hormonal (quien la padece no necesariamente tiene alteraciones hormonales), pero la migraña sí está influida por las fluctuaciones en los niveles hormonales. Las variaciones hormonales que experimentan las mujeres a lo largo de su vida pueden explicar por qué la migraña es tres veces más frecuente en mujeres que en hombres:
Algunas personas sufren ataques exclusivamente durante la menstruación. Esto se conoce como migraña catamenial o migraña menstrual, y se ha relacionado con la bajada de estradiol que ocurre en el periodo perimenstrual. Un ataque de migraña puede comenzar dos o tres días antes de la regla y durar hasta tres o cuatro días después. Este tipo de migraña suele ser duradera, intensa y bastante resistente al tratamiento.
¡Atención! La anticoncepción hormonal afecta la producción de hormonas y puede influir en los ataques de migraña (tanto positiva como negativamente). Si sufres de migraña, evita complicaciones consultando con tu médica de cabecera o ginecóloga sobre el método anticonceptivo más adecuado para ti.
Las personas con migraña suelen ser sensibles a un número de estímulos que parecen 'disparar' un ataque, aun si no causan la condición en sí.
Identificar los desencadenantes no es fácil. La lista de posibles causas es muy larga, y puede requerirse hasta ocho horas para que un desencadenante origine un ataque de migraña. Además, los desencadenantes pueden cambiar con el tiempo—un factor ambiental puede ser clave en una etapa de la vida y no en otra.
Los estímulos sensoriales y ambientales como luces intensas o parpadeantes, ruidos fuertes, temperaturas extremas, grandes altitudes, cambios en el clima y olores o sabores penetrantes pueden desencadenar un ataque. Los desencadenantes no siempre son repentinos, por ejemplo, mirar pantallas durante mucho tiempo es común.
El hambre y la mala alimentación también son desencadenantes frecuentes. Trata de evitar alimentos poco saludables o aquellos con ciertos aditivos—especialmente glutamato monosódico (MSG), glutamato, tiramina, nitratos y aspartamo—si crees que tu caso está relacionado con la dieta. El exceso de cafeína o dejarla de golpe puede ser perjudicial. Incluso una leve deshidratación impacta notablemente.
La falta de ejercicio o el sobreesfuerzo físico pueden provocar un ataque, especialmente si cualquiera de las dos es poco habitual en la persona. En contraste, el ejercicio regular y bien gestionado es beneficioso para el manejo de todo tipo de dolor.
Condiciones físicas como golpes en la cabeza, enfermedades acompañadas de tos y tensión muscular (muchas veces causada por mala postura) pueden ser desencadenantes.
Los factores hormonales, como la menstruación, el uso de anticonceptivos hormonales e incluso las relaciones sexuales también pueden ser desencadenantes.
La cantidad de sueño que tienes es muy relevante, al igual que la regularidad en tus horarios de descanso. Acostarse tarde, dormir hasta tarde o hacer siestas no habituales pueden desencadenar un ataque. Si sospechas que tus desencadenantes están relacionados con el sueño, establece y respeta un patrón de sueño-vigilia que funcione para ti y sea saludable.
El estrés y la tensión están comúnmente asociados con dolores de cabeza, y las migrañas no son la excepción. También se puede padecer la llamada cefalea de fin de semana, que no es causada por el estrés en sí, sino por su desaparición repentina. En ambos casos, reducir el nivel de estrés general es recomendable.
Los cambios en la rutina pueden desencadenar ataques, incluso los cambios positivos y relajantes como irse de vacaciones. Viajar entre zonas horarias distintas suele afectar el sueño y agrava el problema.
A veces creamos sin querer hábitos perjudiciales. Por ejemplo, el uso excesivo de analgésicos puede promover el dolor de cabeza crónico. Si planeas automedicarte, infórmate sobre los efectos a corto y largo plazo de los medicamentos que tomas a través de fuentes confiables y respeta siempre la dosis recomendada.
La ansiedad y la depresión están frecuentemente asociadas con la migraña. Quienes la sufren tienden a ser más vulnerables a trastornos ansiosos y depresivos, que a su vez pueden desencadenar ataques. Consultar una psicoterapeuta o psiquiatra puede ser muy útil.
Las causas, funciones y síntomas de la migraña no están totalmente comprendidas y, lamentablemente, existen muchas creencias erróneas sobre la enfermedad. No es raro que se confundan los síntomas de la migraña con los de otras enfermedades.
Las náuseas y vómitos son criterios diagnósticos de migraña y también pueden ser efectos del dolor intenso. Como los síntomas digestivos suelen aparecer solo durante los ataques, se concluye que son causados por el dolor y no por un trastorno digestivo.
Quienes padecen migrañas con aura visual reportan ver destellos, líneas o sufrir ceguera temporal u otras alteraciones en su visión. Dolores de cabeza no migrañosos pueden ser causados por problemas visuales, pero suelen ser menos intensos, no presentan dolor pulsátil ni síntomas adicionales como la migraña.
A menudo, la migraña se diagnostica erróneamente como cefalea sinusal. Junto con la congestión nasal y la presión en la cara y la nariz (también presentes en la migraña), la sinusitis se manifiesta con fiebre, mal aliento, mucosidad espesa y descolorida, y en ocasiones pérdida del olfato (exclusivo de la sinusitis). Los medicamentos para tratar la cefalea sinusal pueden empeorar los ataques de migraña.
Ante todo, necesitas un diagnóstico preciso. Si tienes ataques de migraña o antecedentes familiares, una médica especialista en dolor (probablemente una neuróloga) te diagnosticará en base a un examen físico y neurológico, tus síntomas e historial médico.
Las pruebas que pueden descartar otras causas de dolor incluyen:
Existen muchos medicamentos desarrollados específicamente para combatir la migraña, divididos en dos categorías principales:
El tratamiento debe adaptarse a la frecuencia e intensidad de tus dolores de cabeza, si hay náuseas o vómitos, y a tus otras condiciones médicas. Identificando y eliminando desencadenantes, haciendo los cambios necesarios en el estilo de vida y encontrando la medicación adecuada, los ataques de migraña pueden manejarse e incluso en algunos casos prevenirse totalmente.
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