Nuestra fisiología, psicología, interacciones sociales, educación y experiencias pasadas influyen en nuestra sexualidad. Sin embargo, incluso el más mínimo cambio en los niveles hormonales puede afectar tanto la libido como la fertilidad.
La testosterona es la principal hormona sexual masculina, pero también juega un papel clave en el sano funcionamiento reproductivo tanto de mujeres como de hombres. Al igual que otras hormonas sexuales, la testosterona es necesaria para múltiples funciones en diversas etapas del desarrollo humano. Debido a esta complejidad, existen muchos conceptos erróneos sobre la testosterona y cómo afecta la sexualidad humana. En este artículo, analizaremos más a fondo esta hormona polifacética para descubrir por qué los cuerpos humanos la producen y cómo afecta tanto la sexualidad masculina como la femenina.
La testosterona es una hormona sexual masculina, o andrógeno, que es principalmente responsable del desarrollo del pene, los testículos y otras características masculinas primarias durante la vida intrauterina.
Aunque se la clasifica como una “hormona sexual”, la testosterona impacta muchos otros aspectos de nuestra salud. Es responsable del crecimiento y la fuerza general de los huesos y los músculos en mujeres y hombres, de la pubertad en adolescentes de ambos sexos, de la libido y el desarrollo sexual, y también juega un papel importante en nuestro bienestar psicológico. [1] [2] En los hombres mejora el estado de ánimo, reduce el riesgo de ansiedad y depresión, y potencia la memoria y las habilidades para resolver problemas. En las mujeres, la testosterona también aporta autoestima y asertividad.
Las principales glándulas productoras de testosterona son las gónadas: los testículos en los hombres y los ovarios en las mujeres. También se produce en pequeñas cantidades en las glándulas suprarrenales y ciertos otros tejidos. El hipotálamo, un órgano con forma de almendra ubicado en la base del cerebro, regula la función de la glándula pituitaria, que controla los niveles de testosterona y otras hormonas en el cuerpo.
Si bien la testosterona es necesaria tanto para mujeres como para hombres, presentan diferentes ciclos hormonales y experimentan distintos tipos de fluctuación hormonal. Los hombres tienen ciclos hormonales diarios, con niveles de testosterona que alcanzan su punto máximo en la mañana y disminuyen a lo largo del día. Estos cambios hormonales hacen que algunos hombres se sientan más cansados e irritados por la tarde o noche. Las mujeres experimentan ciclos mensuales, en los cuales la testosterona alcanza su punto máximo justo antes de la ovulación y disminuye después de la liberación del óvulo.
Al inicio de la pubertad, la producción de testosterona en los varones aumenta aproximadamente un 3000%, lo que provoca el cambio de voz y estimula el crecimiento óseo, mayor masa muscular y otras características masculinas. La producción alcanza su pico en la adolescencia tardía o los veinte años, y se mantiene relativamente constante por una década aproximadamente. Después de los treinta años, los niveles de testosterona en el hombre empiezan a caer entre un 1% y 2% por año, según algunos estudios. A medida que disminuye la producción de testosterona, el cuerpo responde con pérdida de vello facial y corporal, aumento de tejido graso, disminución de la fuerza muscular y menor tolerancia a la irritación. La reducción de testosterona también disminuye la fertilidad y libido masculina.
Normalmente, el cuerpo de la mujer produce solo entre el 5 y el 10% de la testosterona que produce el cuerpo masculino, pero es esencial para la salud y el desarrollo sexual y reproductivo femenino. Es fundamental para la salud y regeneración ósea, la salud mamaria, un ciclo menstrual regular, el deseo sexual y otras funciones relevantes en el organismo femenino.
La producción de testosterona en las mujeres también aumenta durante la pubertad y alcanza su máximo aproximadamente a la misma edad que en los hombres, pero después disminuye lentamente hasta la menopausia, cuando cae aproximadamente a la mitad. Aunque los efectos más obvios y conocidos de la menopausia están vinculados a la disminución de los estrógenos, los efectos de la caída de la testosterona son sutiles pero no menos importantes. La reducción de la motivación sexual, la excitación, la lubricación vaginal, etc., están todas asociadas a la baja de los andrógenos. Una vez que la mujer llega a la menopausia, produce aproximadamente una cuarta parte de la testosterona que generaba en su adolescencia; este nivel más bajo se mantiene relativamente constante el resto de su vida.
La testosterona cumple una función crítica en la salud de los hombres; es la base de su fuerza, fertilidad y bienestar físico y mental. Los hombres con niveles óptimos de testosterona mantienen mayor masa muscular y menor cantidad de grasa. La hormona también ayuda a mantener el corazón sano y previene enfermedades cardiovasculares.
Pero las hormonas son tan sensibles como poderosas: los desequilibrios no son infrecuentes y pueden causar estragos en el organismo. Demasiada o muy poca testosterona puede afectar negativamente la salud física y mental de la persona.
Existen muchas razones para la testosterona baja: una dieta inadecuada, estilo de vida poco saludable, estrés, ciertos medicamentos, enfermedades como el cáncer, VIH/SIDA, diabetes y obesidad. Algunas fluctuaciones hormonales son normales para ambos sexos. Cuando una persona experimenta cambios importantes, como un aumento o disminución repentina de la actividad física, un cambio de empleo o iniciar una familia, es habitual registrar alteraciones hormonales, aunque es importante mantener la testosterona bajo control.
En las mujeres, la producción excesiva de testosterona suele estar vinculada a una condición médica preexistente, como el síndrome de ovario poliquístico, la hiperplasia suprarrenal congénita, problemas tiroideos o resistencia a la insulina.
Los niveles bajos de testosterona en mujeres pueden estar asociados a predisposición genética ligada a la producción hormonal o enzimática, insuficiencia suprarrenal, extirpación quirúrgica de los ovarios, menopausia precoz o el consumo de estrógenos adicionales.
La testosterona óptima es esencial para una adecuada función sexual. Niveles de testosterona demasiado bajos o demasiado altos pueden provocar inconvenientes sexuales tanto en mujeres como en hombres. En los hombres, el desequilibrio de testosterona puede causar disfunción eréctil y bajo recuento espermático.
En las mujeres, un desequilibrio de testosterona en cualquier dirección puede generar bajo deseo sexual y sequedad vaginal. La sequedad vaginal hace que las relaciones sexuales con penetración sean dolorosas, lo que puede hacer que la libido disminuya aún más. En los últimos años, se han realizado estudios sobre el uso de testosterona para tratar la disfunción sexual femenina. Sin embargo, los resultados indican que aumentar los niveles de testosterona en la mujer no mejora significativamente su experiencia. Si bien las hormonas juegan un papel vital en la sexualidad, para muchas mujeres (y hombres), la libido está vinculada a la sensación de bienestar psicológico y seguridad que se desarrolla con el tiempo en una relación positiva.
Las mujeres tienen más tendencia que los hombres a experimentar el deseo sexual de manera receptiva y no espontánea[3]. Necesitan las condiciones adecuadas para que se produzca la excitación. Este podría ser el motivo por el cual fármacos como el Viagra resultan efectivos en los hombres, pero productos similares para aumentar la libido femenina son solo mínimamente eficaces.
Hemos visto que mantener niveles óptimos de testosterona es esencial tanto para mujeres como para hombres, pero cómo hacerlo depende de tus necesidades personales. Si bien muchos factores fisiológicos y psicológicos pueden impactar los niveles de testosterona, existen formas comprobadas de mantener el equilibrio hormonal.
La actividad física incrementa los niveles de testosterona y en general es beneficiosa. Numerosos estudios muestran que los hombres obesos y sedentarios tienen niveles de testosterona inferiores al promedio, pero cuando estos hombres empiezan a ejercitarse, sus niveles aumentan y se estabilizan.
La forma más efectiva para que los hombres aumenten la producción de testosterona es centrarse en el entrenamiento de resistencia. El levantamiento de pesas es muy efectivo y los entrenamientos de alta intensidad también son útiles, aunque en menor medida. Combinar ambos, especialmente haciendo primero el entrenamiento de resistencia, es una excelente manera de mejorar la salud física y normalizar la producción hormonal.
Para obtener mejores resultados, recuerda realizar pausas entre sesiones de actividad física intensa y permitir que el cuerpo descanse y se recupere. El ejercicio prolongado sin descansos aumenta el estrés, lo que lleva al cuerpo a producir más cortisol, conocido por disminuir la testosterona.
Las mujeres también se benefician de la actividad física. Ejercicios similares ayudan a mantener niveles saludables de testosterona en ellas. Sin embargo, el exceso de ejercicio incrementa el estrés y puede contribuir al desequilibrio hormonal. Si no sabes cuánto ejercicio es el ideal para ti, podrías comenzar con recomendaciones basadas en la edad y el sexo, y ajustar a partir de allí.
Probablemente ya lo hayas escuchado, pero en un mundo agitado vale la pena repetirlo: dormir bien es fundamental para todos los aspectos de nuestra salud. El descanso de calidad está vinculado a una recuperación física más rápida, mejor salud mental, mayor capacidad cognitiva y muchos otros beneficios. Numerosos estudios sugieren que las personas que duermen lo suficiente cada noche gozan de niveles de testosterona estables. Para la mayoría, 7 a 9 horas de sueño reparador (dependiendo del estilo de vida y la actividad diaria) son necesarias para permitir que cuerpo y mente se reparen y preparen plenamente para un nuevo día.
La nutrición adecuada también es importante para mantener niveles óptimos de hormonas. Según las necesidades físicas, la recomendación general para hombres adultos es consumir entre 2400 y 3000 calorías al día, y para mujeres, entre 2000 y 2400 calorías. Quienes tienen mayor tamaño corporal o demandas físicas más altas, necesitarán más energía, mientras que las personas más pequeñas y sedentarias requerirán menos comida.
Sin embargo, no solo importa la cantidad de calorías, sino también la calidad y el origen de los alimentos. Cada comida debería incluir una combinación de proteínas, carbohidratos y grasas para proporcionar la energía necesaria y regular los niveles de glucosa en sangre. El bajo nivel de testosterona suele estar vinculado al aumento de colesterol LDL, resistencia a la insulina y elevado nivel de azúcar en sangre, factores influenciables mediante la dieta.
Algunos suplementos alimenticios se han asociado al incremento de los niveles de testosterona. Las vitaminas D, grupo B, A y E, y minerales como el magnesio y el zinc, están directamente relacionados con la producción de testosterona en el cuerpo. Para saber si los suplementos son apropiados para ti, consulta con tu médica para analizar los niveles vitamínicos y minerales en sangre. Existen muchas fuentes de información sobre qué alimentos puedes incorporar a tu dieta para aumentar la presencia de estos nutrientes sin recurrir a suplementos.
Si tus niveles de testosterona son críticamente bajos—ya sea por la edad, una enfermedad u otro motivo—tu profesional de la salud podría recomendar terapia con testosterona. Por ejemplo, la terapia se utiliza para combatir el hipogonadismo, cuando las gónadas producen poca testosterona.
La testosterona suplementaria se puede administrar en varias formas: geles, parches, pastillas, inyecciones o implantes. Aunque muchos hombres aportan evidencia anecdótica sobre el aumento de energía y mejora de la función sexual por la terapia, aún no hay suficientes pruebas científicas. Además, existen riesgos importantes, como agrandamiento de la próstata, aumento del riesgo de cáncer de próstata, apnea del sueño, coágulos sanguíneos y enfermedades cardiovasculares.
Las mujeres también pueden recibir testosterona suplementaria para combatir la sequedad vaginal y aumentar la función sexual. Sin embargo, la mayoría de las mujeres reciben terapia de reemplazo de estrógenos para suavizar los síntomas de la menopausia.
La testosterona es una hormona sexual esencial para la función sexual, la energía y la salud física y mental tanto femenina como masculina. Para asegurar que tu cuerpo produzca la testosterona necesaria para tu salud y bienestar, lleva un estilo de vida activo, aliméntate de forma saludable y nutritiva, y cuídate de los excesos de estrés en la medida de lo posible.
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