Alivio natural del dolor, una fase activa del parto más corta y una experiencia de nacimiento más satisfactoria son algunos de los beneficios prometidos por esta práctica tan extendida, pero ¿qué sucede exactamente en un parto en agua? ¿Es esta una buena opción para tu experiencia de parto?
Muchas personas encuentran relajante tomar un baño y, de hecho, los médicos a menudo recomiendan a las mujeres embarazadas tomar baños para aliviar la presión y calmar el dolor muscular. Pero un parto en agua implica mucho más que eso. Deben hacerse preparativos previos para asegurar la salud, seguridad y bienestar de la madre y la hija. Este artículo aborda muchos aspectos diferentes del parto en agua para ayudarte a decidir lo que deseas para ti.
El parto en agua es probablemente una práctica ancestral. Antiguas leyendas de Creta, las islas del Pacífico Sur y otros lugares cuentan historias de mujeres que iban a pozas especiales o ensenadas poco profundas para dar a luz. En tiempos modernos, el primer parto en agua documentado tuvo lugar en Francia en 1803, cuando una partera buscó ayudar a una madre que llevaba casi dos días de parto; sin embargo, la comunidad médica comenzó a estudiar la práctica de forma más sistemática sólo en los años 60. Desde entonces, el parto en agua ha ido ganando aceptación mundialmente como una práctica segura y eficaz.
A primera vista, la idea de que tu bebé nazca en agua puede parecer peligrosa, pero hay una lógica muy profunda detrás de esta práctica. El agua tibia de una bañera o piscina de parto especializada proporciona un entorno más familiar y menos impactante para los primeros momentos de la bebé fuera del útero. Además, la calidez y flotabilidad del agua facilitan que la madre en trabajo de parto pueda relajarse y cambiar de posición, y la hidroterapia por inmersión es un excelente método analgésico que no recurre a medicamentos.
Sin embargo, esto no quiere decir que no existan desventajas a considerar. Los médicos recomiendan evitar el parto en agua en ciertos casos, especialmente si tu embarazo es de alto riesgo y se prevé intervención médica. Más sobre esto a continuación.
La temperatura de la piscina de parto debe ser cercana a la temperatura corporal—37°C (98,6°F). Tu bebé ha pasado nueve meses flotando en líquido amniótico a temperatura corporal, y una de las principales razones por las que muchas madres eligen el parto en agua es para facilitar la transición de la bebé al mundo exterior. Algunas oscilaciones de temperatura son aceptables; el agua se enfría con el tiempo y puede que tengas que recalentar la piscina de vez en cuando.
La mayoría de las profesionales recomiendan temperaturas de 35–38°C (95–100,4°F) para las piscinas de parto. Por comparación, los jacuzzis suelen tener una temperatura máxima de 40°C (104°F). Si este tipo de ambiente no te resulta agradable, quizás el parto en agua no sea la mejor opción para ti.
El agua debe estar limpia y sin aditivos. La mayoría de los centros usan agua del grifo común o filtrada. El agua de ciudad en Europa, Norteamérica y gran parte de Asia pasa por varios procesos en una planta de tratamiento antes de llegar al público. El último paso suele incluir la adición de bajos niveles de un desinfectante químico como el cloro para asegurar que los virus, bacterias o parásitos restantes sean neutralizados. También se puede usar luz ultravioleta o ozono. Esta es el agua que la gente en el mundo desarrollado bebe y utiliza para bañarse; generalmente se considera segura para parir en agua. Si tienes dudas sobre la calidad del agua en tu zona, deberías consultarlas con la profesional responsable, pues las condiciones locales varían.
La higiene es una de las consideraciones más importantes en todo tipo de parto, y no es diferente en el parto en agua.
Algunas personas no disfrutan los baños porque no les gusta la idea de sentarse en la suciedad que se acaban de lavar. Aunque es importante mantener limpia la bañera, la suciedad suspendida en el agua se aparta de la piel y un baño te deja tan limpia como una ducha. Sin embargo, el parto es una experiencia desordenada, así que es lógico preguntarse por la higiene.
El agua de una piscina o bañera de parto no será perfectamente estéril, pero esto no es perjudicial para tu bebé. No obstante, el entorno circundante sí puede presentar ciertos riesgos. Cualquier centro de parto debe limpiarse de forma minuciosa y sistemática antes y después de cada uso, y las personas que te asistan deben seguir medidas estrictas de higiene, como no usar calzado externo y lavarse bien las manos.
Muchos hospitales y centros de parto cuentan con instalaciones especiales para parto en agua, asegurando limpieza y seguridad. Asegúrate de que el centro que elijas esté licenciado, utilice equipamiento actualizado y cumpla con los más altos estándares de limpieza e higiene. Una obstetra o partera debe estar presente para guiarte durante el parto y garantizar tu seguridad y la de tu bebé.
Si el entorno es limpio y bien gestionado, un parto en agua puede ser perfectamente seguro.
Las investigaciones muestran que el agua no puede ascender por el canal de parto. Tanto la madre como la niña están protegidas, y el parto en agua no supone un mayor riesgo de infección uterina o del canal del parto. Sin embargo, toda labor de parto implica la salida de fluidos del cuerpo—aun así, los casos de infección tras parto en agua son muy raros.
Hasta hace poco, se creía que el líquido amniótico y la orina eran estériles. Ahora sabemos que ambos pueden contener pequeñas cantidades de bacterias especializadas, pero esto no supone peligro para la recién nacida. Tanto la sangre como las heces sí pueden portar patógenos, pero la cantidad de cloro presente en el agua del grifo, el calor de la piscina y el hecho de que unos pocos gérmenes se diluyan en una gran cantidad de agua hacen muy improbable el riesgo de infección.
La idea de que orina, sangre e incluso heces entren en el agua puede incomodar al principio, pero en el trabajo de parto tu mente y energía estarán enfocadas en otra cosa.
En las primeras etapas del parto, es probable que tu partera te anime a salir de la piscina para orinar. Pero una vez que el parto está en pleno auge no pensarás en nada más. Y sí, es cierto, probablemente expulsarás un poco de heces al dar a luz, independientemente del lugar. Esto es completamente normal y no causa de vergüenza.
Un equipo profesional estará preparado para retirar rápidamente con una red cualquier resto no deseado—incluidas las heces. Es una parte natural y sin mayor importancia. Si hay tiempo, algunas mujeres prefieren aplicarse un enema antes de entrar a la piscina, lo que prácticamente soluciona el problema.
Desafortunadamente, el Covid-19 es una infección de alto riesgo con la que todas debemos convivir ahora. Los centros de parto de todo el mundo han adoptado precauciones adicionales para evitar la contaminación entre madres, bebés y personal, y en algunos lugares, como Irán y el Reino Unido, los partos en agua estuvieron suspendidos temporalmente. Donde los partos en agua continuaron, sólo se permitió a la madre estar dentro de la piscina, mientras que antes de la pandemia las parejas podían elegir apoyar en el agua.
Sin embargo, la pandemia provocó un incremento en partos en casa y en alternativas a los hospitales para reducir la exposición. No se ha detectado Covid-19 en el agua potable tratada, por lo que los métodos habituales de limpieza son suficientes para eliminar o inactivar el virus. Los protocolos siguen cambiando y mejorando según aprendemos más, así que el Covid debe ser un tema más a discutir al planear tu parto.
Cada embarazo es diferente. No obstante, muchas mujeres se sienten atraídas por la idea de atravesar el trabajo de parto en agua. Algunas razones frecuentes incluyen:
Sumergirse en agua tibia produce varios efectos: los vasos sanguíneos se dilatan y aumenta la circulación, la flotabilidad del agua reduce el efecto de la gravedad sobre los huesos y tejidos (alrededor del 65% si el agua llega al pecho) lo que te hace sentir más ligera; estos dos efectos combinados con el calor facilitan que tus músculos se relajen, reduciendo cualquier dolor o molestia.
La hidroterapia también estimula la producción de endorfinas, los “analgésicos naturales” del cuerpo, y oxitocina, que ayuda a sincronizar las contracciones y acortar el parto, además de regular la glucosa sanguínea, dándote energía extra.
Las mujeres que pasan al menos parte del trabajo de parto en el agua son menos propensas a requerir medicamentos adicionales para el dolor.
El útero es el músculo más potente del cuerpo femenino. Se expande desde el tamaño de una pera hasta el de una sandía durante el embarazo, y las tres capas musculares deben lograr que esa sandía salga a través del canal de parto, que va del cuello uterino por la vagina hasta la vulva.
Los músculos del periné forman un pequeño triángulo entre la vulva y el ano. Durante el parto esta área sufre gran presión. La evidencia sugiere que en el parto en agua las mujeres sufren menos traumas en esta zona, probablemente debido a los efectos fisiológicos mencionados antes.
En los partos “en tierra”, si es probable que el periné se desgarre, la obstetra o partera hará una episiotomía. Es decir, se corta el músculo para facilitar la sutura, lo cual es preferible a un desgarro profundo. Estadísticamente, el parto en agua tiene más incidencia de desgarros perineales de 1º y 2º grado y menor de 3º y 4º grado. Se considera que esto se debe a que la presión es menor y se evitan los desgarros importantes, por lo que se realizan menos episiotomías y, a la vez, más mujeres presentan desgarros leves.
Con todo lo que ocurre, la mayoría de las mujeres ni siquiera nota un desgarro hasta la fase de curación. Los desgarros de 1º grado sanan solos, los de 2º grado pueden requerir algunos puntos absorbibles y suelen sanar totalmente en pocas semanas.
Sana per aqua, o la sanación a través del agua, decían las romanas. El agua nos reconforta. No sólo porque estimula la producción de oxitocina y endorfinas, sino que además suprime la liberación de adrenalina-noradrenalina, responsables de la respuesta de lucha o huida. La piscina se convierte en un espacio seguro, íntimo y calmado en el que la madre en trabajo de parto puede liberar la mente de preocupaciones y concentrar todas sus energías en la tarea que tiene ante sí.
Generalmente hablamos de cuatro etapas del parto:
La placenta es una maravilla biológica—ha sido el canal de intercambio entre ti y tu hija durante muchos meses y ahora ya no es necesaria. La expulsión suele durar entre media hora y una hora, aunque para entonces ya estarás centrada en otras cosas. Una vez fuera, el útero puede volver a su tamaño original lentamente, cerrando los vasos sanguíneos que han nutrido a la bebé.
Los informes sobre el efecto del parto en agua en este sentido son mixtos porque la duración de cada fase depende de muchos factores. Sin embargo, hay consenso en que usar la piscina durante la fase inicial puede alargarla porque la madre se relaja más de lo necesario, mientras que la hidroterapia puede acelerar la fase activa ya que favorece la relajación entre las contracciones.
Las mujeres que optan por un parto en agua tienden a buscar vivir el trabajo de parto de forma natural, usando métodos como el masaje y las técnicas de respiración. El gas y aire—una mezcla de aire y óxido nitroso (gas hilarante)—pueden emplearse si la opción está disponible, proporcionando cierto alivio.
Estos métodos requieren la inserción de un catéter, habitualmente administrado por una anestesista en un hospital. El catéter actúa como puerto de administración de la anestesia, y sumergirse en agua aumentaría el riesgo de infección.
Los medicamentos inyectables son demasiado potentes ya que podrías marearte y no ser capaz de cuidarte en el agua, mientras que el TENS (estimulación nerviosa transcutánea) lleva batería y electrodos adhesivos que no pueden sumergirse.
Durante el parto existe una ventana de tiempo en la que la madre puede cambiar de idea, salir de la piscina y pedir medicación adicional, pero está limitada por diversos factores y se debe discutir cuidadosamente con la obstetra o partera con antelación.
Una de las preocupaciones más comunes respecto al parto en agua es esa primera respiración. No tienes de qué preocuparte. Todas las bebés nacen con ciertos reflejos involuntarios como el reflejo de inmersión, que les impide respirar hasta sentir aire frío en la nariz y boca por primera vez. Para asegurar que la cara de la niña no toque el aire antes de terminar el nacimiento, la pelvis de la madre debe estar completamente sumergida en el momento de la expulsión.
Tu recién nacida estará perfectamente segura conociendo el mundo a través de un “túnel” de agua a temperatura corporal antes de que la partera guíe su cabeza al aire para la primera respiración—o te ayude a hacerlo tú misma.
Este es el término clínico para el cordón umbilical enrollado en el cuello de la bebé al nacer. Todas conocemos historias, ya que es frecuente: 1 de cada 3 bebés nace con circular. Aun así, solo un pequeño porcentaje derivará en problemas; habitualmente, la partera sólo lo desliza al coronar la cabeza, sin más complicaciones.
El cordón umbilical es asombroso: suele medir 55 cm, 2 cm de grosor, unas 11 vueltas, denso, elástico y gelatinoso. Contiene dos arterias y una vena que llevan sangre y nutrientes entre madre e hija. (Estos son promedios, pero hay muchísimas variaciones saludables.)
La gelatina evita que se comprima durante las contracciones, incluso si está anudado, y la sangre sigue fluyendo por el cordón hasta que la niña empieza a respirar por sí sola.
En un parto en agua, si el cordón umbilical se rompe antes de poder ser pinzado—normalmente sucede 15–20 segundos tras el parto—la recién nacida podría perder sangre en el agua, lo cual es una complicación rara pero grave. Puede requerir cuidados intensivos y, en casos graves, una transfusión.
Se requieren unos 6 kg de presión para romper el cordón promedio—el peso de una bola de bolos femenina. Por supuesto, la fuerza del cordón varía. Hay que sumar varios factores para que se rompa, y el trabajo de parto en agua suele ser un poco más suave para el cuerpo.
Los mamíferos regulamos nuestra temperatura corporal, pero las recién nacidas pueden tardar días en ajustarse. Todas nacen mojadas, incluso fuera del agua. Primero, se verifica que respiran, y luego es importante lavarlas y secarlas. Si la bebé tiene frío, consumirá más oxígeno y quizás amamante con dificultad. Si todo está bien, el contacto piel con piel con mamá suele ser la mejor forma de mantener cómoda a la recién nacida.
Varias veces durante el parto, la partera escuchará el latido de la bebé con un estetoscopio o un monitor fetal portátil. Para parto en agua se puede usar un transductor de ultrasonido acuático Sonicaid o un estetoscopio de Pinard tradicional.
Si la bebé muestra signos de sufrimiento, como latido anormal o meconio (heces fetales) en líquido amniótico, la madre debe salir de la piscina para valorar el problema.
La mayoría de las mujeres que eligen parto en agua quedan satisfechas y lo repetirían. Sin embargo, algunas, especialmente primerizas, lo llevan mejor pariendo en tierra firme con la ayuda plena de la gravedad.
El parto se compone de etapas. Puedes disfrutar del agua en la fase de dilatación y salir para el nacimiento o, si prefieres, quedarte durante el nacimiento y salir después para secarte y abrazar a tu hija mientras sale la placenta. Escucha tu cuerpo y déjate aconsejar por la obstetra o partera: sabrá cuándo es mejor salir y cuándo seguir, y compartirá su experiencia para ayudarte a tomar buenas decisiones en el momento.
Cuando salgas, notarás frío por comparación y tu cuerpo volverá a sentirse pesado, así que probablemente no te apetecerá estar entrando y saliendo. Deja que tu intuición y tu cuerpo te guíen.
Aunque siempre existe esa posibilidad donde hay agua, los accidentes son extremadamente raros. Un equipo de parto competente controlará el entorno para salvaguardar la seguridad de madre e hija. Elegir parto en agua requiere confiar al menos en parte en otras personas para este aspecto de tu bienestar.
Sería necesario invertir tiempo y esfuerzo en salir del agua en caso de complicaciones. Ningún médico puede operar bajo el agua. El parto en agua puede ser una experiencia muy positiva y satisfactoria siempre que todo vaya bien.
Diversos estudios que comparan partos en agua y "en tierra" no han hallado diferencias estadísticas en puntuación Apgar, dificultad respiratoria, pH del cordón, distocia de hombros (atasco), infecciones, hospitalizaciones, microbioma ni avulsiones del cordón, y en caso de hipotermia neonatal el parto en agua ofrece resultados levemente mejores. Aun así, aunque hay miles de nacimientos estudiados, cada parto es único y depende mucho de los recursos, la experiencia y lo que ocurre en el momento.
Para las mujeres que desean vivir el nacimiento con poca o ninguna asistencia farmacológica, el parto en agua puede ofrecer muchos beneficios. La mayoría de ciudades grandes ya cuentan con centros alternativos, así que puedes visitar algunos y trabajar con una partera, y quizá con una doula, que te inspiren confianza y puedan apoyarte durante el proceso. Si tienes pareja y desea estar presente, hablad de las ventajas y desventajas para aseguraros de que ambas estén cómodas y sin sorpresas.
Investiga centros cercanos, escucha a tu cuerpo y toma la decisión que sea adecuada para ti.
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