Lavanda—para dormir y relajarse, limón—para dolores de cabeza, rosa—para reducir la ansiedad, etc. Los aceites esenciales pueden oler bien, pero el debate sobre si realmente funcionan sigue abierto.
Aunque su efectividad en la aromaterapia no está clara, los aceites esenciales se utilizan ampliamente como ingredientes antibacterianos en una variedad de productos.
El uso de aceites esenciales puede rastrearse al menos hasta el siglo XII. Los registros indican que se usaban en la elaboración de ungüentos, perfumes e incluso en fluidos de embalsamado. Aunque los aceites aromáticos ya no se utilizan para momificar a nuestros difuntos, en los últimos años han experimentado un gran regreso como remedio natural para muchas dolencias y enfermedades. Los aceites esenciales se encuentran en cosméticos, fragancias y productos de limpieza para el hogar.
Un aceite esencial es un líquido que contiene compuestos químicos aromáticos característicos de una planta en forma concentrada; estos aceites suelen obtenerse mediante destilación al vapor—excepto las esencias cítricas, que se extraen en frío. Cuando describimos estos aceites como “esenciales”, no significa que sean indispensables, sino que el aceite contiene la “esencia” de la planta, caracterizada por sus aceites volátiles—compuestos que se evaporan al entrar en contacto con el aire, permitiendo que los percibamos con el olfato. A diferencia de los aceites vegetales (como el de oliva, aguacate o sésamo), los aceites esenciales no contienen principalmente sustancias grasas; quizás el término más adecuado sería esencia vegetal, porque una vez extraídos los compuestos aromáticos se combinan con un aceite portador para crear un producto listo para su uso.
Fabricantes sin escrúpulos de aceites esenciales pueden diluir o adulterar los aceites que venden para maximizar sus beneficios económicos. Precios bajos y etiquetas de advertencia como “solo para uso externo”, “no ingerir” y “diluir antes de aplicación tópica” deben alertarla sobre la posible adulteración. Sin embargo, los aceites esenciales puros son fuertes y no todos son seguros para ingerir. Compre sus aceites a productoras de confianza y utilícelos según las instrucciones.
Las plantas producen aceites esenciales por diversas razones—para atraer polinizadoras, ahuyentar herbívoras, influir en el crecimiento de especies competidoras y controlar enfermedades fúngicas, bacterianas o virales. La volatilidad de los aceites esenciales y su acción conocida sobre las herbívoras los convierten en una buena alternativa natural a los pesticidas sintéticos. También se han usado como aditivos naturales para la conservación de alimentos, por ejemplo, para combatir las bacterias que dañan la carne.
La mayoría de los aceites esenciales se usan en la fabricación de perfumes y fragancias que se agregan a cosméticos como cremas y geles de baño. A veces se incluyen en productos de cuidado personal por sus propiedades antioxidantes naturales y no únicamente por su aroma.
Solo un número relativamente pequeño de aceites esenciales ha demostrado ser útil con fines terapéuticos. Muchas profesionales de la medicina natural y aromaterapeutas utilizan aceites esenciales. La aromaterapia implica la difusión de aceites en el aire o la aplicación tópica—directamente sobre la piel, generalmente diluidos en un aceite portador.
Las aromaterapeutas creen que al inhalar los compuestos beneficiosos de ciertos aceites esenciales, estos pueden llegar a los pulmones y al torrente sanguíneo—de otra manera, mayormente inaccesibles—donde podrían beneficiar al organismo.
A continuación, algunos ejemplos de los efectos atribuidos a diferentes aceites esenciales:
Para muchas personas, aceites herbales como lavanda, menta o eucalipto pueden ser verdaderos remedios milagrosos. Algunas aseguran que los aceites esenciales alivian sus migrañas más rápido que los medicamentos farmacéuticos. Otras afirman que los aceites esenciales ayudan a aumentar la libido cuando nada más lo hace.
Se cree que los aromas contenidos en los aceites esenciales estimulan el sistema límbico—las estructuras del cerebro que regulan las emociones y la memoria a largo plazo. El sistema límbico interviene en el control de varias funciones fisiológicas automáticas, como la respiración, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Por eso, algunas personas sostienen que los aceites esenciales pueden ejercer un efecto físico sobre el cuerpo. El sistema límbico también interviene en la formación de recuerdos. Esto puede explicar en parte por qué los olores familiares desencadenan recuerdos o emociones.
Sin embargo, no existen pruebas científicas suficientes para estas afirmaciones y es necesario realizar más investigaciones antes de poder afirmarlas con certeza.
Aunque persiste el escepticismo respecto a los usos terapéuticos de los aceites esenciales, estas afirmaciones no han sido completamente desestimadas por la comunidad científica. Los aceites esenciales han sido objeto de múltiples estudios, con especial atención a las moléculas biológicamente activas presentes en los aceites.
Cada aceite esencial contiene entre 50 y 100 moléculas bioquímicas diferentes. Existen métodos específicos que permiten identificar y cuantificar cada una de estas moléculas y, así, obtener la composición precisa de cada aceite.
Los compuestos con mayor eficacia antibacteriana y mayor espectro de acción son los fenoles: timol (presente en el aceite de tomillo y orégano), carvacrol (en el aceite de orégano) y eugenol (en el aceite de clavo).
Investigaciones adicionales sobre aceites esenciales podrían contribuir al desarrollo de nuevos antibióticos para combatir cepas resistentes de diversas bacterias. El mal uso de los antibióticos existentes (no completar el ciclo completo y el uso excesivo de los mismos) es la principal causa de la aparición de bacterias resistentes a los medicamentos actuales. Debemos encontrar nuevas formas de combatir estas bacterias sin causar efectos secundarios adversos en las pacientes. La falta de antibióticos de este tipo se ha convertido en un problema mundial.
Los aceites esenciales ya se usan como pesticidas naturales y conservantes alimentarios, por lo que podrían ser una herramienta útil para combatir diversas infecciones bacterianas en el futuro.
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