Muchas de nosotras lidiamos regularmente con algún tipo de dolor o molestia, desde los habituales dolores menstruales hasta condiciones médicas serias. La ciática es un término comúnmente utilizado para referirse al dolor, debilidad o entumecimiento a lo largo del trayecto del nervio ciático, que va desde la parte baja de la espalda por cada pierna hasta el pie. Aunque la mayoría de quienes la padecen son personas de mediana edad o mayores, y la ciática es más frecuente en hombres, el embarazo también puede, a veces, desencadenar dolor ciático.
El dolor es un fenómeno complejo. Si no se puede determinar fácilmente la causa, obtener un diagnóstico y tratamiento puede volverse cada vez más difícil con el tiempo. El dolor que irradia desde la parte baja de la espalda hacia la pierna—típicamente solo de un lado—puede ser causado por diversas condiciones que comprimen o irritan el nervio ciático. Sigue leyendo para descubrir más sobre el dolor ciático, las posibles causas y cómo conseguir alivio.
La ciática, o neuritis ciática, es una condición común que afecta al menos al 40 % de las personas en algún momento de su vida, con la mayor incidencia entre los 30 y 50 años. El término “ciática” se refiere a la ubicación y el tipo de dolor más que a un diagnóstico médico específico, ya que existen muchas posibles causas.
Todo en el cuerpo está conectado. La salud de la parte baja de la espalda está directamente vinculada a las piernas y otras partes del cuerpo. Esto ya fue percibido por las griegas antiguas. De hecho, se presume que Hipócrates acuñó el término ciática para referirse al dolor en la zona lumbar y de la pierna; procedente de la palabra griega ‘ischios’, que significa cadera. Ahora sabemos más acerca de la anatomía y el nervio principal que opera en esta zona del cuerpo.
Los nervios ciáticos izquierdo y derecho se originan en cinco puntos, o raíces nerviosas, en la parte baja de la espalda—dos en la columna lumbar y tres en el sacro—uniéndose en un solo nervio que recorre toda la parte posterior de cada pierna hasta el pie, ramificándose en diversos músculos a lo largo del recorrido. En su punto más ancho, el nervio ciático es casi tan grueso como tu pulgar.
El nervio ciático transmite información motora y sensitiva; te ayuda a sentir sensaciones en la parte baja de la espalda y las piernas, y a caminar, estar de pie o correr. Al ser un nervio de función mixta, cualquier daño puede causar tanto molestias como problemas de movilidad.
El dolor ciático es más frecuente en personas con trabajos físicamente exigentes, especialmente aquellos que requieren levantar peso y torsión, así como en quienes llevan un estilo de vida sedentario. Factores de riesgo adicionales incluyen el tabaquismo y la diabetes. Mujeres embarazadas y corredoras también tienen un mayor riesgo de desarrollar ciática.
Presión, irritación o inflamación excesiva en cualquier punto del nervio puede dar lugar a dolor, entumecimiento, hormigueo y otras sensaciones en las áreas inervadas. El gran tamaño del nervio ciático significa que la presión o pinzamiento en cualquier parte del nervio puede provocar dolor a lo largo de su trayecto. Las lesiones o desalineaciones de la columna en la zona lumbar son la causa más común de dolor en la parte baja de la espalda y las piernas. Los traumas y deformidades espinales son más probables con la edad, ya que los huesos se debilitan y los patrones físicos se establecen.
Una de las causas más comunes de la ciática es una hernia de disco. Entre cada vértebra de nuestra columna existe un cojín elástico o disco intervertebral, compuesto de capas concéntricas de fibras de colágeno que forman un núcleo blando tipo gel rodeado de un anillo exterior resistente o anillo fibroso. Estos discos mantienen las vértebras unidas, actúan como amortiguadores y proporcionan movilidad a la columna.
Cuando un disco se hernia, habitualmente en la zona lumbar, el núcleo blando sobresale a través de una fisura en el anillo y comprime una de las cinco raíces del nervio ciático, causando un dolor agudo que irradia por la pierna y puede empeorar al estar mucho tiempo de pie o sentada. Un trauma externo o un esfuerzo repentino e intenso (por ejemplo, al levantar peso con mala postura) pueden producir una hernia de disco al instante.
Otras condiciones que pueden causar dolor ciático incluyen:
Enfermedad Degenerativa de Disco: es cuando los discos entre las vértebras de la columna se desgastan con el tiempo. A medida que se deshidratan y debilitan, pierden su capacidad de amortiguar la compresión y movimiento. Esto puede ejercer presión sobre los nervios del canal espinal, incluido el ciático, causando mucho dolor.
Estenosis Espinal: es el estrechamiento de los espacios dentro de la columna, ejerciendo presión sobre los nervios. Puede ser causada por artrosis, espolones óseos, enfermedad degenerativa de disco o ligamentos osificados, todo ello común en personas mayores y causante de ciática y otros síntomas.
Síndrome Piriforme: ocurre cuando el pequeño músculo plano en forma de pera piriforme—uno de los seis músculos rotadores externos de la cadera/muslo—se tensa o inflama, comprimiendo el nervio ciático adyacente. Correr, levantar peso, subir escaleras o incluso sentarse mucho tiempo en el coche pueden desencadenar o agravar este dolor.
Espondilolistesis: cuando una vértebra se desliza fuera de lugar, generalmente en la región lumbar. Este desplazamiento estrecha el canal espinal y comprime los nervios que lo atraviesan, provocando dolor en la zona baja de la espalda.
Obesidad: también puede contribuir al dolor ciático, ya que el exceso de peso ejerce presión sobre la columna y afecta al nervio ciático.
La experiencia del dolor ciático varía entre personas, pero suele describirse como un dolor agudo, punzante, que comienza en la parte baja de la espalda o en los glúteos y baja por la pierna. El dolor puede ser constante o intermitente, y oscilar entre una molestia leve y un dolor incapacitante que dificulta estar de pie, caminar o incluso sentarse.
Algunas también experimentan sensación de hormigueo o ardor, entumecimiento o debilidad en la pierna afectada. Pueden tener dificultades para doblar o girar la espalda y experimentar disminución de reflejos o pérdida de movilidad en la pierna o el pie.
Muchas personas con ciática informan que su dolor se intensifica con ciertas actividades, como permanecer sentada o de pie durante mucho tiempo, toser, estornudar o agacharse a recoger algo. Pueden encontrar alivio temporal al cambiar de posición frecuentemente, aplicando calor o frío, o tomando analgésicos de venta libre.
La ciática aguda suele resolverse sola en una o dos semanas, pero en algunos casos puede volverse crónica. Hay varias formas de abordar el alivio del dolor ciático. Sin embargo, es importante conocer la causa subyacente para poder determinar la mejor acción en tu caso específico. Llegarás antes a la solución si buscas consejo médico. Quienes padecen síntomas graves buscarán ayuda rápidamente, pero no esperes si puedes actuar antes.
Uno de los mejores enfoques para tratar el dolor ciático es la fisioterapia. Una fisioterapeuta puede evaluar tus puntos fuertes y débiles para diseñar ejercicios y estiramientos adaptados a tus necesidades. Seguir un plan de fisioterapia durante semanas o meses mejora la fuerza y la flexibilidad de los músculos y nervios afectados, reduciendo el dolor y mejorando la movilidad.
Tanto el yoga como el pilates son sistemas de ejercicio de bajo impacto que entrenan el core e incluyen ejercicios específicos para abordar los nervios y músculos implicados en el dolor ciático.
Aplicar calor o frío en la zona afectada puede ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor. Usa una bolsa térmica de gel o date un buen baño caliente.
Otra forma de reducir la presión sobre el nervio ciático es simplemente descansar. Sin embargo, el descanso debe equilibrarse con movimientos suaves para evitar la rigidez y la debilidad muscular, especialmente durante los episodios dolorosos.
Una masajista o una persona experta en liberación miofascial puede ayudarte y proporcionarte alivio, aunque temporal, del dolor.
El dolor leve o moderado de la ciática puede gestionarse con analgésicos de venta libre como ibuprofeno, paracetamol o naproxeno. En casos graves, tu médica podría recetar un relajante muscular o un opioide para aliviar el dolor. Sin embargo, estos medicamentos deben usarse con precaución y solo bajo prescripción. El tratamiento químico solo enmascara los síntomas y no trata la causa, así que, si es posible, utiliza analgésicos a corto plazo para síntomas nuevos o episodios agudos mientras trabajas para sanar tu cuerpo.
El calzado que usamos puede afectar considerablemente nuestra postura y salud en general. Elegir zapatos adecuados es especialmente importante si padeces ciática, ya que la postura y alineación corporal influyen en los nervios y el dolor.
¿Qué zapatos son mejores para aliviar la ciática? Aquellos que ajustan bien, ofrecen buen soporte en el arco y tienen tacón bajo o sin tacón.
Si bien los zapatos por sí mismos no mejorarán tu alineación o flexibilidad, usar calzado apropiado puede ayudar a aliviar el dolor ciático al facilitar una mejor postura y distribución del peso, amortiguando los pies para reducir el impacto de cada paso y disminuyendo la presión en la zona lumbar.
Cada día entrenamos a nuestro cuerpo según nos movemos y nos colocamos. Una persona con ciática debería evitar zapatos de tacón alto, ya que inclinan la pelvis hacia adelante, aumentando la presión en la zona lumbar. Un tacón bajo o sin tacón—zapatos “zero drop”—es lo ideal para la postura, pero el calzado con poca amortiguación, como las sandalias tipo flip-flop, ofrece poca protección frente al impacto al caminar. Como la mayoría vivimos en entornos urbanos y caminamos sobre cemento, este impacto puede afectar tobillos, rodillas y columna. Lo mismo ocurre al andar descalza: evalúa los posibles beneficios frente a los inconvenientes.
Para dolores intensos, tu médica podría recomendar una inyección de corticosteroides o anestésico directamente en la zona afectada para reducir la inflamación y el dolor.
En raras ocasiones, se puede recomendar la cirugía para liberar la presión sobre el nervio ciático. Antes de aceptar este procedimiento, es esencial analizar cuidadosamente los riesgos y beneficios de la cirugía con tu profesional de salud.
El cuerpo atraviesa muchos cambios durante el embarazo, algunos de los cuales pueden aumentar la presión sobre el nervio ciático y causar síntomas dolorosos. Puede ocurrir en cualquier momento del embarazo, pero se reporta con mayor frecuencia en el segundo y tercer trimestre.
Las posibles causas de la ciática relacionada con el embarazo incluyen:
Aumento de peso y cambios posturales. A medida que el bebé crece, el centro de gravedad de la madre se desplaza hacia adelante, aumentando la curva lumbar. Al mismo tiempo, el útero se expande y ocupa más espacio. Estos cambios también afectan la posición de los órganos y la presión ejercida sobre el nervio ciático en diversas posturas.
Cambios hormonales. Durante el embarazo, el cuerpo produce una hormona llamada relaxina, que relaja los ligamentos de la pelvis para preparar el parto. Esto puede provocar un leve desplazamiento de la pelvis y, según la alineación corporal, pellizcar o presionar el nervio ciático, provocando dolor en la parte baja de la espalda y las piernas.
Los ejercicios que mejoran la fuerza del core y la flexibilidad pueden ser muy efectivos para aliviar el dolor ciático. Mientras realices tus ejercicios, asegúrate de que la zona lumbar y el cuello estén bien apoyados y detente de inmediato si sientes dolor repentino o persistente.
Algunos ejercicios que pueden ayudar a aliviar o prevenir la ciática son caminar, estirar los isquiotibiales, practicar la postura de yoga gato-vaca y hacer puentes de glúteos.
Caminar ayuda a mejorar la circulación, reducir la inflamación y fortalecer los músculos de las piernas y la espalda. Si llevas un estilo de vida sedentario, comienza con caminatas cortas, y luego aumenta gradualmente la distancia y el ritmo a medida que el dolor disminuya y mejores tu resistencia. Caminar ofrece muchos beneficios con poco esfuerzo y sin necesidad de más equipamiento que un buen par de zapatos.
Los isquiotibiales tensos pueden tirar de la zona lumbar y agravar el dolor ciático. La forma más segura de estirar los isquiotibiales es tumbada boca arriba con las piernas extendidas. Levanta lentamente una pierna hacia el techo hasta sentir el estiramiento en la parte posterior del muslo. Mantén y respira durante 30 segundos, luego repite con la otra pierna. Para no involucrar los músculos de la espalda y los brazos al levantar la pierna, usa una banda (o bufanda o corbata) que puedas rodear alrededor del pie y sujetar cómodamente con ambas manos. Cuando tu pierna esté bien estirada, sujeta con la banda y relaja la pierna y la espalda.
El estiramiento de gato-vaca es una postura de yoga suave, muy popular para mejorar la flexibilidad de la columna y liberar presión innecesaria. Ponte en cuatro apoyos con las manos a la anchura de los hombros y las rodillas a la anchura de las caderas. Al exhalar, arquea la espalda hacia el techo; al inhalar, baja el abdomen y la espalda hacia el suelo. Repite 5 a 10 veces.
Los puentes de glúteos fortalecen los músculos de las caderas y la zona baja de la espalda. Túmbate boca arriba con las rodillas flexionadas y los pies apoyados. Eleva las caderas hacia el techo, apretando los glúteos al subir. Mantén unos segundos y baja. Prioriza la forma y la respiración, no cuán alto subes las caderas.
Todos los ejercicios deben realizarse con precaución. Si tienes ciática severa o crónica, consulta a una profesional sanitaria antes de comenzar algo nuevo. Algunos ejercicios pueden no ser adecuados y empeorar el dolor. Siempre es mejor hablar con tu médica o fisioterapeuta sobre opciones de tratamiento personalizadas.
El dolor ciático no tratado puede volverse crónico y difícil de superar. Para prevenir la ciática o evitar su empeoramiento:
Vigila tu salud y busca la ayuda de profesionales sanitarias cuando sea necesario.
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