Millones de personas consumen drogas recetadas e ilícitas por motivos médicos o recreativos. Cuando estas sustancias se toman sin precaución, pueden desarrollar una adicción. La adicción a las drogas es peligrosa para la persona afectada y para quienes la rodean.
La adicción a las drogas es un trastorno complejo que puede dejar efectos a largo plazo en la salud física y psicológica de una persona. El abuso de drogas ilegales o recetadas puede provocar cambios de conducta, trastornos físicos e incluso la muerte.
Aunque al hablar de adicción muchas personas piensan en drogas ilegales, sustancias legales como el alcohol , la nicotina y los medicamentos recetados también son altamente adictivos. El abuso de sustancias, ya sean legales o ilegales, puede derivar en un trastorno por consumo de sustancias. Las personas que consumen drogas ilícitas o abusan de medicamentos corren el riesgo de dañar su salud física y mental.
La gravedad del impacto en la salud de una persona depende de la droga que se utilice. Algunas de estas drogas son legales y se usan como medicamentos, por ejemplo, la hidrocodona o la morfina. Sin embargo, independientemente del tipo, todas tienen una característica en común: su poder adictivo. Analgésicos recetados como la codeína o la oxicodona son altamente adictivos y aumentan la urgencia de tomar más medicamentos o cambiar a sustancias más potentes para aliviar el dolor.
Las diferentes drogas afectan de manera distinta tu estado mental. Por ejemplo, el LSD provoca alucinaciones vívidas, mientras que la cocaína genera un comportamiento enérgico y errático. Las drogas alteran la química cerebral. Una persona que consume drogas puede experimentar euforia, excitación, placer y extroversión, seguidos de sentimientos intensos de paranoia, comportamiento irracional y violencia. La mayoría de las drogas dificultan nuestro pensamiento y capacidad de decisión, pueden causar pérdida de memoria e incluso daños cerebrales a largo plazo.
Como otras sustancias tóxicas, las drogas se filtran en el hígado, lo cual lo somete a un gran esfuerzo que puede causar daño o incluso insuficiencia hepática. Las drogas también pueden generar problemas cardíacos como infarto, enfermedades cardiovasculares e infecciones de los vasos, especialmente si se consumen por vía intravenosa. Otras amenazas frecuentes relacionadas con el consumo de drogas son convulsiones, enfermedades pulmonares y debilitación del sistema inmunológico. Las personas que usan drogas de manera imprudente también corren más riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual.
Cuando una persona abusa de las drogas, su comportamiento puede variar de lo excitado y errático a lo sedado y apático. En algunos casos, el abuso de drogas puede dejar cambios a largo plazo en la conducta, como trastorno de personalidad paranoide, impaciencia, alucinaciones, violencia, impulsividad y adicción.
Una sobredosis ocurre cuando el cuerpo se ve sobrepasado por una cantidad tóxica de una sustancia. Los sedantes y opioides afectan el sistema nervioso central: ralentizan el ritmo cardíaco y la respiración, disminuyen la temperatura corporal y contraen las pupilas. Si la respiración llega a interrumpirse, el cerebro deja de recibir oxígeno y puede producirse un coma o la muerte. Los estimulantes aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial, incrementan la temperatura corporal y aceleran la respiración. Una sobredosis puede provocar convulsiones, accidente cerebrovascular, ataque cardíaco o muerte. Muchas sobredosis mortales se deben a la mezcla de drogas.
Aunque cualquiera puede ser víctima del abuso de drogas, hay factores que tienen una influencia mayor que otros.
El abuso de drogas es la causa principal de adicción sin importar edad, género o estatus, pero las mujeres son más vulnerables a desarrollar una adicción. Los estudios indican que la hormona sexual femenina estrógeno podría hacer que las mujeres sean más sensibles a las drogas. Las mujeres tienen más probabilidad de desarrollar hábito, sufrir una sobredosis y recaer. También son más propensas a sufrir daños en el hígado y los pulmones, así como a padecer trastornos cardiovasculares causados por las drogas.
Al igual que el alcohol y el tabaco, el abuso de drogas ilícitas y medicamentos recetados durante el embarazo y la lactancia representa un peligro para el bebé en desarrollo. Las sustancias tóxicas atraviesan la placenta y llegan al feto. Si la madre usa drogas de forma regular durante el embarazo, el bebé corre alto riesgo de sufrir el síndrome de abstinencia neonatal (NAS). El NAS es un proceso de abstinencia que vive el bebé poco después de nacer. Es más frecuente si la madre usó opioides o estimulantes, aunque algunos bebés sufren abstinencia de alcohol, sedantes, tabaco e incluso cafeína.
Aunque estas situaciones suelen estar relacionadas, el abuso de drogas no siempre conduce a una adicción. Algunas personas abusan de sustancias tóxicas como el alcohol, la nicotina o los medicamentos recetados, pero no desarrollan una adicción. La diferencia clave está en el efecto sobre el comportamiento y en la capacidad de dejar la sustancia.
La adicción a las drogas pone a las personas en riesgo de daño físico y mental grave. No es fácil dejar el consumo, especialmente si se trata de sustancias altamente adictivas como los opioides. Una persona adicta suele sentir miedo, incertidumbre y vergüenza, sensaciones que debe superar para reconocer el problema y comenzar a solucionar los factores que llevaron al abuso.
La adicción es como cualquier otra enfermedad y no debe ser motivo de vergüenza o estigma. El primer paso para liberarse de la dependencia es admitir que existe un problema. Busca a alguien en quien confíes para conversar. Aunque la mayoría de las drogas que generan dependencia son ilegales en muchos países, suele haber organizaciones especializadas a quienes recurrir en busca de ayuda. La terapia grupal puede facilitar el contacto con personas afines que también han decidido dejar de consumir.
El siguiente paso es la desintoxicación y la abstinencia. Es la parte más dura y puede durar días, semanas o incluso meses. El riesgo de recaída es mayor durante el periodo de abstinencia. La forma más segura de evitarla es recibir ayuda profesional. Incluso después de años estando sobria, una persona adicta puede seguir siendo vulnerable al deseo de volver a consumir.
Superada la etapa más difícil y dolorosa del proceso, las ex usuarias deben continuar absteniéndose de otras drogas y sustancias nocivas como el alcohol y el tabaco, ya que podrían incrementar el riesgo de recaída. Mantenerse sobria no es fácil, pero acudir a una consejera o pertenecer a un grupo de apoyo puede ayudar mucho.
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