Existe mucho contenido en línea dirigido a mujeres, y gran parte de este se centra en nuestra salud y bienestar. Podemos haber superado las tendencias tóxicas de dietas y citas de principios de los 2000, pero, lamentablemente, la desinformación en temas “femeninos” sigue siendo común y puede tomar muchas formas diferentes. Este artículo te ayudará a reconocer información no fiable para que puedas evitarla.
En la era digital, tenemos información al alcance de la mano las 24 horas, pero no toda es fiable. Sea de forma deliberada o no, las creadoras de contenido a veces presentan información engañosa, y muchos de los temas orientados a mujeres son especialmente fáciles de distorsionar y presentar como verdad.
“Lo he leído en internet — debe ser cierto.” Este conocido refrán irónico nos recuerda los peligros de compartir información en la actualidad. Desde engaños hasta anuncios fraudulentos, la mentira en internet es más común que nunca, pero la red nos ofrece demasiados beneficios como para dejar de usarla. Uno de los temas más importantes por los que buscamos ayuda en internet es la información sobre la salud.
Los estudios muestran que en Europa y Estados Unidos más de la mitad de la población general busca información sobre salud en línea, y las mujeres lo hacen aún más que los hombres.
Gracias al carácter multifacético de las redes sociales y la importancia creciente de los anuncios y contenidos dirigidos, nos encontramos con información sobre salud en internet incluso cuando no la buscamos.
Solo basta con empezar a desplazarse en tu feed para que aparezcan consejos sobre ejercicio, dieta y otros temas relacionados con el estilo de vida. Plataformas como TikTok e Instagram son especialmente hábiles en inundarte con contenido visual atractivo adaptado algorítmicamente a tus intereses.
Pero recuerda: las decisiones relacionadas con la salud que tomamos impactan directamente en nuestras vidas, y las creadoras de contenido son personas que pueden cometer errores y, en ocasiones, incluso mentirnos para obtener beneficios.
Las mujeres pueden interesarse por temas de salud por muchas razones, pero debido a la carga mental que se nos asigna comúnmente en el hogar, a menudo se espera que no solo nos mantengamos saludables y atractivas, sino que también asumamos la responsabilidad principal por la salud de nuestras hijas e hijos, parejas y familiares mayores. Por eso, la salud general y reproductiva, los consejos de deporte y nutrición, el cuidado infantil y los “trucos” para el hogar son temas frecuentes en espacios de información dominados por mujeres.
Sabemos cómo luce el contenido dirigido a mujeres. Es amigable y casual, a menudo diseñado con colores codificados por género. El tono conversacional —como el consejo de una hermana mayor o una buena amiga— puede ayudar a hacer más fáciles de entender temas complejos o aburridos, pero a veces también puede ocultar graves carencias en la verificación de los hechos.
El bienestar es un ámbito que lo abarca todo, y millones de personalidades en línea pertenecen al género “lifestyle” de influencers que nos presentan, de manera regular, información sobre salud. Este campo suele estar dominado por mujeres.
Los hombres también son objeto de información engañosa y directamente perjudicial en temas orientados hacia ellos, especialmente en deporte y musculación. Pero existen formas específicas y reconocibles en que la desinformación se presenta a las mujeres, y de eso trata este artículo.
Aunque en principio la publicidad busca ayudar a encontrar productos relevantes, para las corporaciones la división entre marketing “masculino” y “femenino” es un filón. Se puede vender lo mismo a dos audiencias distintas, con solo “pintarlo de rosa y reducirlo” para las mujeres, y venderlo a un precio más alto.
Sabemos también que, históricamente, las sociedades han designado ciertos temas como exclusivos de mujeres. Los espacios de información y entretenimiento en línea son una continuación natural de esta práctica ancestral. Esto puede ser tanto empoderador como restrictivo.
Nunca antes las mujeres habíamos podido expresarnos con tanta libertad como hoy. Para muchas de nosotras, plataformas como TikTok, Instagram, YouTube, y multitud de blogs y comunidades en línea, son espacios seguros para compartir información e ideas sobre nuestra vida cotidiana y nuestras preocupaciones —temas que antes se barrían bajo la alfombra.
Aunque los comentarios negativos siguen siendo frecuentes en publicaciones sobre la menstruación, la crianza o los rituales de belleza, los temas tradicionalmente femeninos por fin reciben la atención que merecen.
Sin embargo, muchos aspectos de la salud femenina aún no se comprenden completamente. Hasta hace muy poco, los estudios médicos sólo incluían sujetos masculinos. El ciclo menstrual se consideraba un factor que complicaba, innecesario para estudiar órganos o enfermedades. Esto ha dejado a las mujeres en la ignorancia sobre muchos aspectos de nuestra salud y cuerpo. Por ejemplo, aún estamos aprendiendo el verdadero tamaño y alcance del clítoris en el siglo XXI. Las emociones femeninas siguen siendo desestimadas, y temas como el SPM y la menopausia continúan siendo malinterpretados, ridiculizados y temidos.
Como público objetivo principal de todo tipo de blogueras de lifestyle cuyos consejos sin verificar se presentan como el ideal a alcanzar, las mujeres debemos sacar nuestras propias conclusiones.
Ambos términos significan información incompleta o incorrecta, pero hay una diferencia importante entre los dos.
La desinformación se refiere a información falsa presentada con la intención consciente de engañar. Quien la presenta es consciente de que lo que dice es incompleto o está mal, pero aun así opta por presentar mentiras como verdad. Suele difundirse con un objetivo concreto, por ejemplo vender algo, impulsar una agenda, inflar cualificaciones o dañar a competidores.
La importancia de la halitosis o mal aliento, fue exagerada a propósito a principios del siglo XX para crear un mercado para vender un antiséptico como enjuague bucal. El uso de un nombre científico para un problema común en la publicidad sensacionalista disparó las ganancias de la empresa. Aunque el enjuague bucal puede ser un buen producto, la eficacia de esta estrategia de ventas subrepticia sigue inspirando a oportunistas en busca de beneficios hoy en día.
Actualmente, escuchamos sobre desinformación en el contexto de noticias falsas o ciertas agendas políticas, pero empresas e influencers tienen un claro incentivo de lucro para mentir, incluso o especialmente cuando saben que los productos que quieren vender no son tan buenos.
La misinformación es información errónea o incompleta que se difunde sin intenciones maliciosas ni deseo de engañar. Alguien que difunde misinformation en internet quizá busque llamar la atención con una idea nueva e impactante, pero no miente de forma intencionada; puede ser por pereza, descuido o ignorancia.
Por ejemplo, las dietas y rutinas de ejercicio irresponsables y poco sostenibles de influencers con más entusiasmo que experiencia suelen entrar en esta categoría. Desafortunadamente, es responsabilidad de la “consumidora”. En estos casos, la verificación de los hechos recae en quienes quieren imitar un determinado estilo de vida sin saber todos los detalles de la vida de la influencer.
Las leyendas urbanas y el folclore moderno se esparcen como la pólvora en redes sociales. Si alguien promete haber hallado el mejor remedio casero para el SPM, el acné o el resfriado, lo compartirán. A veces, las más jóvenes descubren métodos antiguos ya refutados; al no tener conciencia, pueden dar nueva vida a viejos mitos inútiles en línea.
Mucho de lo publicado en internet prioriza la viralidad por encima de ofrecer información confiable. Hechos polémicos y mitos refutados destacan gracias a canciones pegadizas o títulos tipo clickbait que buscan atraer visitas. Sensacionalizar puede ser divertido en el caso de historias de fantasmas o chismes de celebridades, pero la desinformación sobre salud puede tener consecuencias reales.
La información sobre la salud femenina tradicionalmente se ha transmitido como sabiduría popular, creencias y refranes a lo largo de los milenios. Este tipo de información cultural suele encerrar conocimientos intuitivos y experienciales profundos, pero puede resultar difícil distinguir una recomendación útil de una simple superstición o “creencia de abuelas”. Esta información debe tomarse “con pinzas”, especialmente en casos de autodiagnóstico o automedicación.
Muchas influencers construyen su marca dando consejos de estilo de vida sobre todo tipo de cosas: tratamientos de belleza, ideas para el hogar o sus recetas favoritas. Lo que rara vez aportan es evidencia científica que respalde sus consejos.
Proporcionamos una lista de fuentes al final de cada artículo de WomanLog para que las lectoras puedan ver de dónde procede la información y seguir investigando. Si una personalidad en línea que admiras comparte un consejo sobre salud, revisa si aporta fuentes y si no, investiga la idea principal y consulta varios lugares antes de hacer una compra o seguir el consejo.
La calidad de las fuentes en las que basamos nuestra información es fundamental. Tomar decisiones basadas en afirmaciones sin base en internet es tan seguro como pedir consejo a la vecina rara. ¿Cómo sabe ella eso? ¿Qué gana con decírtelo?
Siempre que esté en juego nuestra salud, buscamos la mejor información posible. Esto suele significar recurrir a fuentes fiables —como médicas, hospitales y centros de investigación médica— y consultar más de una opinión para ver si existen posturas opuestas sobre un tema. Al fin y al cabo, somos nosotras quienes cargaremos con las consecuencias de nuestras decisiones de salud.
Las fuentes alternativas también pueden aportar valor en ocasiones, pero si la principal fuente para un consejo de salud son “vibraciones”, “cristales”, el signo del zodiaco u otras formas de pensamiento mágico, quizá convenga pensárselo dos veces.
Todas cometemos errores. A veces, estos errores se deben a defectos estructurales en la forma de pensar, llamadas falacias lógicas. Algunas de las más comunes son:
Sesgo de confirmación—cuando alguien arma un argumento solo con los hechos que le convienen, ignorando otras evidencias. ¿Cómo evitamos esto con tanta información? De nuevo, la calidad de las fuentes es clave. Si dos influencers populares recomiendan un té para el dolor menstrual pero cinco webs médicas basadas en evidencia te advierten contra él, seguir el consejo de las influencers sería probablemente perjudicial.
Falacia causal—afirmar que, porque una cosa sigue a otra, la primera es la causa de la segunda. “Correlación no es causalidad.” Si alguien usó cierto producto o tratamiento y su problema desapareció, eso no significa necesariamente que el producto tenga un efecto curativo fiable. El cambio puede deberse a otro factor simultáneo —una coincidencia, literalmente— o a la respuesta individual del cuerpo.
Para que un producto o tratamiento sea considerado seguro médicamente, debe pasar pruebas rigurosas y basadas en evidencia, algo que solo centros autorizados pueden hacer.
Nuestra adicción a las redes sociales a los memes visuales, titulares tipo clickbait y frases sensacionalistas puede adormecer nuestras habilidades de pensamiento crítico y permitir que docenas de falacias lógicas pasen inadvertidas y refuercen nuestros propios sesgos y atajos mentales.
Sesgo de confirmación es la tendencia que todas tenemos a buscar y recordar hechos que respaldan lo que ya creemos, y la heurística de disponibilidad nos lleva a pensar que lo primero que nos viene a la cabeza es más verdadero o importante.
Cuando vemos los mismos “hechos” replicados en publicaciones virales, es tentador asumir que son ciertos sin profundizar, aunque sepamos lo fácil que es falsificar información, capturas de pantalla y fotos online.
La investigación sobre desinformación en internet apenas ha comenzado, pero ya hay áreas de preocupación detectadas. Un estudio sobre vídeos de TikTok vinculados con urología —enfermedad renal, enuresis infantil, infecciones urinarias y otros temas relacionados— reveló que solo el 22% de los vídeos exponían hechos respaldados por materiales de la Asociación Europea de Urología y ninguno citaba las fuentes empleadas.
El toque personal resulta atractivo. En el competitivo mercado digital, se espera que las influencers compartan historias personales y experiencias reales en cada publicación. La presión de ser “auténtica” y vulnerable para conectar con la audiencia contribuye a la proliferación de consejos extraños sobre la rutina perfecta, mascarillas caseras o sustitutos del talco de bebé.
Las influencers también pueden temer admitir que estaban equivocadas, especialmente si el consejo dudoso forma parte central de su marca personal.
Algoritmos. Los algoritmos de redes sociales y medios son cada vez más avanzados. Se emplean para recopilar datos sobre tus gustos y luego mostrarte contenido de marketing y político que probablemente te interese. Si bien puede facilitar la búsqueda de música o ropa, los algoritmos también crean burbujas y cámaras de eco que distorsionan nuestra percepción de la realidad.
Aunque los gobiernos y los organismos de control presionan a las plataformas para que transparenten sus algoritmos y se responsabilice a las creadoras de contenido, el vasto universo de influencers en internet sigue mayormente sin control y las publicaciones a menudo se promocionan justamente por ser polémicas y atraer atención.
El consejo de salud no científico suele estar a la vista de todas, pero a veces también se cultiva en comunidades online secretas, solo accesibles mediante hashtags e influencers específicos. El contenido pro-anorexia lamentablemente sigue presente en Tumblr y TikTok, donde ciertos hashtags y palabras clave revelan una comunidad de facilitadoras que comparten trucos para no comer. Existen comunidades igualmente insalubres para otros intereses o teorías de la conspiración.
Internet es un mundo salvaje, así que evitar por completo la información falsa es casi imposible. Lo que sí podemos hacer es mantenernos alerta y no tomar los consejos al pie de la letra, sobre todo si afectan a tu salud. No hace falta caer en la paranoia, pero el escepticismo sano resulta muy recomendable.
Ten presentes estas preguntas cuando navegues por redes sociales:
Si decides seguir rutinas, ejercicios o consejos dietéticos online, investiga y considera consultar con tu médica en tu próxima revisión, y detente inmediatamente si notas algún efecto perjudicial.
Descarga WomanLog ahora: