La piel luminosa es un signo de salud. Pero incluso las personas más saludables a veces tienen problemas cutáneos. Para abordar estos problemas, puedes usar productos de cuidado de la piel que se adapten a tu tipo de piel o preocupación particular.
Una rutina de cuidado de la piel es importante para nutrir y proteger tu piel. Usar productos incorrectos o excederse puede provocar irritaciones, alergias e inflamación. En este artículo, te presentamos los conceptos básicos del cuidado de la piel según tu tipo de piel.
Si sigues a celebridades o lees revistas de estilo de vida, probablemente hayas visto bastante entusiasmo sobre el cuidado de la piel. Desde grandes marcas que venden productos costosos hasta influencers que juran tener la solución mágica para todos tus problemas de piel. Pero ¿qué es el cuidado de la piel y por qué es importante?
Cuando la publicidad habla de cuidado de la piel, normalmente se refiere al rostro, cuello y área del escote. Pero antes de hablar de cuidado, necesitamos algo de información adicional. Comencemos definiendo los distintos tipos de piel facial.
La piel facial se clasifica en cinco tipos—normal, seca, sensible, grasa y mixta. Comprender cuál es tu tipo de piel te ayudará a cuidarla mejor. Y recuerda, el tipo de piel que tienes ahora puede no ser el mismo que tendrás más adelante en la vida.
Como asegurar todas estas funciones supone un desgaste para nuestra piel, es muy común experimentar problemas cutáneos de vez en cuando. Por ejemplo, puedes notar que aunque tu piel es normal, se vuelve más grasa justo antes de que comience tu periodo; este fenómeno está muy relacionado con la producción hormonal.
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La piel normal luce sana y limpia. Produce cantidades regulares de sebo para hidratarse y tiene un pH ligeramente ácido (entre 4,7 y 5,75). Si tienes piel normal, tus poros son finos y tienes pocas o ninguna imperfección, zonas secas o irritaciones.
La piel seca no produce suficiente sebo para hidratarse completamente, lo que provoca zonas secas y escamosas, enrojecimiento, sensación de tirantez y pequeñas arrugas. Este tipo de piel carece de lípidos que retengan la humedad y creen una barrera protectora. En casos severos, pueden formarse grietas en el tejido cutáneo, causando picor o sensación de ardor.
La piel grasa produce exceso de sebo, lo que da un aspecto brillante. Si tu piel es grasa, seguramente tienes poros grandes y visibles y puedes lidiar con puntos negros, granos y manchas, o acné. Si bien existen muchas razones para la producción aumentada de sebo, a menudo ocurre porque la piel carece de hidratación y el cuerpo genera sebo extra para compensar.
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Probablemente este sea el tipo de piel más complicado de tratar porque algunas zonas, generalmente la zona T (frente, nariz y barbilla), producen demasiado sebo, y otras como las mejillas, no producen suficiente, lo que significa que tu piel puede estar demasiado grasa o demasiado seca o ambas a la vez. Cuidar la piel mixta es un reto, ya que necesitas rutinas diferentes para las zonas grasas y las secas.
La piel sensible puede ser tanto seca como grasa. Lo que la define es su sensibilidad a los productos de cuidado y su tendencia a la irritación, los sarpullidos y las alergias. Este tipo de piel reacciona más a los factores externos y suele tener una barrera protectora comprometida, lo que complica un poco el cuidado.
Tu piel refleja la salud de tu cuerpo. Las infecciones, inflamación, sarpullidos y otras irritaciones suelen ser síntoma de una causa raíz que no tiene que ver con la piel en sí. Puede que sufras sobrecrecimiento bacteriano en los intestinos o un “intestino permeable” cuando bacterias del tracto digestivo entran en el torrente sanguíneo; esto puede causar inflamación, acné y otras afecciones cutáneas.
Si tu piel es incómoda, no consigues deshacerte del acné o estás experimentando otros problemas como eccema, consulta con tu médica sobre la posibilidad de hacer pruebas a tus órganos internos para asegurarte de que no hay un problema subyacente. Pero incluso las personas más saludables pueden tener problemas cutáneos en ocasiones. Vivimos en ambientes contaminados, sudamos con ropa ajustada, usamos maquillaje y tocamos la cara decenas de veces al día, alterando el microbioma cutáneo.
Quizás hayas notado que los “esenciales” promocionados incluyen docenas de productos diferentes y tratamientos exprés de spa. No te dejes engañar. Las empresas de cosmética crean productos para vender aunque nuestros cuerpos no los necesiten.
La mayoría de las veces, una rutina de cuidado es completa con solo estos tres pilares:
Elige productos con pH neutro para no alterar el bioma ácido de tu piel. Evita limpiadoras y jabones agresivos, pues serán demasiado alcalinos. Y olvida los exfoliantes ásperos y prefiere alternativas más suaves como la arcilla, exfoliantes químicos o mascarillas naturales.
Cuando encuentres versiones de estos tres productos que funcionen bien para tu piel, siempre puedes potenciar tu rutina con algunos tratamientos adicionales.
Piel normal funcionará bien con una limpiadora suave y equilibrada en pH, una hidratante ligera y una crema básica de SPF (SPF 30 o superior). Recuerda elegir productos suaves y que no alteren el microbioma cutáneo.
Piel seca puede variar desde una piel ligeramente tirante hasta picazón severa. Si tienes piel seca, debes evitar productos que contengan alcohol y otros componentes que sequen. Elige hidratantes con aloe vera, ácido láctico o ácido hialurónico que retengan la humedad e hidraten a largo plazo.
Piel grasa puede ser un desafío a la hora de cuidar. La producción de sebo dificulta encontrar maquillaje que se mantenga y productos que no obstruyan los poros. La paradoja es que la piel grasa a menudo se beneficia de la hidratación—recuerda, la piel produce más sebo cuando está demasiado seca. Aunque sientas que la necesitas, es mejor evitar limpiadoras fuertes que dejen la piel tirante y usar una hidratante nutritiva.
Elige productos suaves que no alteren el pH natural de tu rostro. Las personas con piel grasa suelen lidiar también con acné y cicatrices de acné. El acné indica que la piel está inflamada, así que debes tratarla con la mayor delicadeza posible para no agravarla. No exprimas los granos ni los puntos negros ni rasques las costras, ya que esto puede provocar nuevos brotes.
Algunas personas confían en tratamientos con ingredientes como ácido salicílico (BHA) y alfa-hidroxiácidos (AHAs) que exfolian y limpian profundamente los poros. Otro ingrediente que suele dar buenos resultados es la niacinamida—una forma de vitamina B3 que limpia los poros, mejora el aspecto de la piel y aclara las manchas. No toda piel grasa es igual, así que no abuses de estos productos. Lo más seguro es probar un producto en una pequeña parte de la piel para ver cómo reacciona y luego usarlo algunas semanas para ver si notas resultados.
Piel sensible, como la normal y la seca, se beneficia de una rutina básica pero es aún más importante conocer los ingredientes de cada producto. La piel sensible puede reaccionar a siliconas, parabenos, sulfatos, alcohol y productos perfumados. Esto no significa que debas usar solo ingredientes naturales; algunos naturales pueden ser tan agresivos como los sintéticos.
En su lugar, escoge una línea reconocida creada especialmente para piel sensible.
Piel mixta. Si tu piel es grasa en algunas zonas y seca en otras, lo mejor es integrar dos rutinas de cuidado.
El estado de tu piel puede revelar si tu cuerpo está inflamado y necesita más atención, por eso la rutina definitiva siempre comienza desde el interior.
Actualmente, internet está lleno de consejos para tener la piel radiante dejando fuera grupos enteros de alimentos. A veces, reducir productos como el gluten o los lácteos puede tener un efecto muy positivo, pero solo para quienes tienen problemas digestivos o alergias. De lo contrario, no hay necesidad de evitar estos alimentos y todos los nutrientes que proporcionan.
Quizás quieras evitar grandes cantidades de alimentos inflamatorios, como grasas trans y azúcares procesados. Pero si tu piel reacciona al comer un simple caramelo, esto puede indicar un problema digestivo.
La mejor solución es mantener una dieta sostenible y equilibrada que cubra las necesidades nutricionales desde dentro. Si consumes suficientes alimentos densos en nutrientes, un capricho ocasional no resultará en un brote masivo ni irritación cutánea (a menos que tengas una reacción alérgica).
Una dieta amigable con la piel es rica en nutrientes, vitaminas y minerales. Come suficiente proteína, grasa y carbohidratos para mantener estable tu azúcar en sangre y bebe agua y bebidas ricas en minerales como infusiones, agua de coco, jugos orgánicos y batidos.
El ejercicio diario suave es esencial para tu bienestar, estado de ánimo y salud de la piel. Cuando sudamos, nuestros poros liberan toxinas, lo que ayuda a limpiar la piel. La actividad física impulsa la regeneración celular que mantiene la piel joven, elástica y limpia. Dedica varias horas a la semana a practicar deportes que disfrutes y notarás pronto los beneficios.
Límpiate el rostro del maquillaje antes de hacer ejercicio, ya que al sudar los poros se dilatan y se obstruyen más fácilmente. Después, enjuaga el sudor del rostro con agua tibia, pero no necesitas usar una limpiadora extra si no llevabas maquillaje.
El estrés es la causa principal de la inflamación, y sabemos que la inflamación lleva a muchos problemas diferentes. El cortisol que produce el cuerpo bajo estrés altera la producción de insulina y los niveles de azúcar en sangre, lo que puede empeorar los brotes de acné. Cuando estamos estresadas necesitamos más minerales y vitaminas, pero solemos recurrir a dulces o comida rápida. Cada una necesita gestionar la respuesta de su cuerpo al estrés, calmar las pulsaciones y regular las emociones. Tomar un descanso, salir a caminar, hacer ejercicios de respiración o meditar son métodos que algunas personas encuentran útiles. ¿Cuál es el tuyo?
El sueño es la base de la salud. Sus beneficios son infinitos—desde una mejor gestión del estrés hasta una piel de aspecto más joven. Por la mañana, tras una noche sin descanso, tu piel puede lucir cinco años mayor. Pero cuando descansamos lo necesario, nos sentimos bien y la piel se ve increíble porque el cuerpo ha tenido la oportunidad de regenerarse a nivel celular. Para un descanso reparador, empieza por reducir el ruido, la luz y las distracciones al menos una hora antes de dormir y date el tiempo suficiente en la cama para levantarte renovada.
No hay una receta mágica para una piel clara, sana e hidratada. Todas somos diferentes, y puede que tengas que probar distintas rutinas hasta encontrar la que mejor te funcione. Si tu piel da problemas ahora, ánimo. No siempre será así. Nuestros cuerpos cambian constantemente. Haz esos cambios que llevas tiempo pensando y persiste hasta empezar a sentirte mejor.
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