Las micosis vaginales, o infección vaginal por hongos (también llamada vulvovaginitis candidiásica, candidiasis o aftas vaginales) son extremadamente comunes. Las micosis se detectan en aproximadamente el 20% de las secreciones vaginales analizadas en laboratorios. El dolor y la incomodidad causados por esta condición a menudo requieren atención médica inmediata.
Una infección vaginal por hongos causa irritación, flujo y picazón intensa en la vagina y la vulva. No se considera una enfermedad de transmisión sexual (ETS): puedes padecerla incluso si no tienes actividad sexual. Sin embargo, las relaciones sexuales pueden ser un desencadenante de esta infección. Por eso, si tienes una infección por hongos, tanto tú como tu pareja pueden consultar con sus médicos para evitar molestias recurrentes.
La buena noticia es que la infección vaginal por hongos, aunque desagradable, en general no es una condición grave o peligrosa. Es causada por una de varias cepas de hongos que normalmente habitan en nuestro cuerpo, más comúnmente Candida albicans, un microorganismo encontrado en el tracto digestivo de hasta el 60% de las personas adultas. La Candida albicans normalmente vive en el intestino, pero también se encuentra en otras partes del cuerpo: la boca, faringe y esófago, sobre la piel y en la vagina. En pequeñas cantidades, los hongos del género Candida son beneficiosos para el cuerpo, pero pueden volverse patógenos si su crecimiento se estimula en exceso.
Los síntomas pueden variar de leves a moderados e incluyen:
El síntoma principal de la infección por hongos es la picazón, pero la picazón por sí sola puede ser causada por diversas condiciones dermatológicas, como la psoriasis o el eccema.
Una infección vaginal por hongos no se considera una ETS (enfermedad de transmisión sexual). Aunque puede activarse durante relaciones sexuales sin protección, no es de transmisión sexual: si tienes una infección por hongos, no necesariamente contagiarás a tu pareja (y viceversa). En raras ocasiones la infección puede transmitirse durante el sexo, pero, a menos que tu pareja tenga síntomas, no hay motivo para suponer que también la tiene. Si aparecen síntomas, consulta con tu médico.
Los hombres también pueden contraer infecciones por hongos. Los síntomas tempranos de una infección por hongos en el pene suelen incluir sensación de picazón o ardor, erupción rojiza y parches blancos y brillantes en el pene. La piel del falo puede sentirse inusualmente húmeda y se puede encontrar una sustancia blanca y espesa bajo el prepucio o en otros pliegues de la piel. En la mayoría de los casos, los ungüentos y cremas antifúngicas tópicas son suficientes para eliminar la infección.
La flora vaginal o microbioma vaginal está compuesta por bacterias que colonizan la vagina. Normalmente, cuando el microbioma está en equilibrio, las bacterias protegen la vagina de infecciones gracias a su acidez. Sin embargo, el exceso de acidez vaginal o algún otro desequilibrio puede favorecer el crecimiento excesivo de hongos que deriva en una infección.
En dos tercios de las mujeres que la padecen, la infección vaginal por hongos es causada por una alteración del equilibrio natural de la flora vaginal. Para el tercio restante, la contaminación es externa—a través del contacto sexual o el contacto con un objeto infectado.
¿Cuándo los microorganismos normalmente inofensivos que habitan nuestro cuerpo se convierten en un problema?
Pueden intervenir muchos y diferentes factores. La causa puede ser simplemente el estrés o la falta de sueño, pero existen condiciones preexistentes como la diabetes y algunas enfermedades endocrinas que también pueden provocar una infección por hongos.
Los cambios hormonales que ocurren alrededor del momento de la menstruación o los causados por el embarazo pueden hacerte más susceptible a la infección por hongos. Si estás embarazada, asegúrate de consultar con tu matrona o ginecóloga para recibir un tratamiento adecuado.
Otros factores incluyen la acidez vaginal, aumento del contenido de azúcar en las secreciones vaginales o contaminación intestinal; ropa ajustada o prendas hechas con materiales artificiales no transpirables; y alteración química causada por jabones antibacterianos o cloro en las piscinas.
Otro factor frecuente es el consumo de antibióticos. Los tomamos para eliminar bacterias nocivas, pero también pueden dañar las bacterias “buenas”, lo que puede alterar el microbioma vaginal y también el tracto urinario, otro sitio común de infecciones por hongos.
Si sospechas que tienes una infección por hongos, primero consulta con tu médico. Cada tratamiento se prescribe de forma individual considerando la gravedad de los síntomas.
El tipo y dosis de un medicamento ajeno pueden no ser adecuados para tu condición y tomar antibióticos cuando no son estrictamente necesarios aumenta el riesgo de infección por hongos.
Tener una infección por hongos y la menstruación al mismo tiempo puede sentirse como una doble carga. Lamentablemente, esto es algo que experimentan muchas mujeres. Las infecciones por hongos son más probables en los días previos al inicio de la menstruación. Las fluctuaciones hormonales son la razón más probable, ya que pueden causar un desequilibrio en el microbioma vaginal.
El desequilibrio de las bacterias vaginales es habitual en la adolescencia, ya que los niveles hormonales aún no son estables. Los cambios hormonales debidos al embarazo también pueden provocar una infección por hongos.
Si notas flujo blanquecino-amarillento en la semana previa a tu menstruación, no es necesariamente una infección por hongos. La secreción vaginal varía dependiendo de la fase del ciclo menstrual y lo ‘normal’ difiere de mujer a mujer. Recuerda: una infección por hongos suele ir acompañada de otros síntomas característicos como enrojecimiento, ardor y picazón.
Dicho esto, un diagnóstico y tratamiento temprano pueden ayudarte a resolver tu infección antes de que comience el periodo. Si los síntomas persisten incluso después de finalizar la menstruación, consulta con tu médica o ginecóloga.
Los síntomas de la infección vaginal por hongos pueden aliviarse en pocos días una vez iniciado el tratamiento. En casos más graves puede tomar hasta 2 semanas.
Existen dos tratamientos principales para la infección vaginal por hongos:
Tratamiento sistémico con medicamentos antifúngicos (cápsulas o pastillas) vía oral.
Un fármaco antifúngico se distribuye por el torrente sanguíneo y llega a las mucosas, donde elimina los hongos. Este tratamiento solo está disponible con receta médica de tu doctora o ginecóloga.
Tu médica o ginecóloga puede tomar una muestra vaginal para análisis de laboratorio con el fin de determinar qué microorganismo está causando la inflamación. Especificando la causa, se puede elegir la terapia más efectiva.
Tratamiento local o supositorios vaginales que se introducen en la vagina con un aplicador plástico.
Existen tanto tratamientos de dosis única como tratamientos cortos (3 días). Ambos son eficaces. El supositorio suele administrarse por las noches (incluso durante la menstruación) para evitar flujo durante el día. Tu doctora o farmacéutica también puede recomendarte una crema o loción para aplicarla en la piel y mucosas externas.
En la mayoría de los casos, los supositorios se pueden adquirir en farmacias sin receta. Sin embargo, asegúrate de tener realmente una infección vaginal por hongos antes de usarlos. La automedicación sin consejo médico no es recomendable, especialmente si es la primera vez que tienes una infección o si estás embarazada. Consulta a tu médica para determinar la causa de cualquier irritación o enrojecimiento que presentes.
Las infecciones genitales por hongos afectan a millones de mujeres en todo el mundo; pueden causar problemas en las relaciones sexuales, reducir la calidad de vida y suponer un coste importante para el hogar.
Por el momento, no existe un tratamiento general para proteger a las mujeres de la reinfección por hongos vaginales, pero aquí tienes algunos consejos para limitar el riesgo:
Higiene—No utilices jabones perfumados ni aerosoles especiales para la higiene íntima; no laves tus partes íntimas más de dos veces al día.
No utilices duchas vaginales, ni desinfectes tu vagina ni uses jabones antibacterianos. ¡Nada de esto es necesario! Tu vagina se limpia sola; el uso de otros productos puede dañar tu microbiota vaginal natural. El flujo vaginal natural mantiene limpia la vagina.
Ropa—Evita pantalones muy ajustados y otras prendas muy ceñidas. Si es posible, elige ropa interior de algodón, que pueda lavarse a 60 °C—esa temperatura eliminará cualquier hongo de las prendas.
Tras nadar en agua clorada, enjuágate con agua corriente y cámbiate el bañador mojado.
Sexo—Evita irritar los tejidos delicados de la vagina. Si es necesario, usa lubricante para evitar daños por fricción durante el coito.
Dieta—Evita los dulces, ya que el azúcar es el sustrato ideal para que crezcan los hongos. Las mujeres con glucosa elevada o diabetes no controlada son mucho más propensas a padecer infecciones por hongos. Si tienes alguna de estas condiciones, habla con tu médica sobre cómo gestionarla mejor.
Puedes considerar incluir probióticos en tu dieta. Son bacterias beneficiosas que mantienen equilibrados los niveles de hongos. Busca lactobacillus, el tipo de bacteria presente en la flora vaginal e intestinal saludable. El lactobacillus se encuentra en yogures y kéfir con cultivos vivos, disponibles en supermercados.
Algunas mujeres usan yogur (con lactobacillus) de forma vaginal como remedio casero, pero no es recomendable: incluso el yogur sin azúcar contiene azúcares naturales que pueden alimentar a los hongos y agravar el problema.
Las infecciones por hongos pueden ser molestas, pero son frecuentes y, con un tratamiento oportuno, los síntomas pueden reducirse drásticamente en unos días. Si notas síntomas de infección, consulta con tu médica para encontrar el mejor tratamiento para ti.
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