Los procesos naturales pueden ser desordenados y suelen requerir un conjunto de pautas para que sean seguros y agradables para todas las personas involucradas. Estar informada puede marcar la diferencia entre una experiencia maravillosa y una experiencia terrible.
A lo largo de la historia hemos tenido muchas ideas distintas sobre lo correcto y lo incorrecto en la intimidad. Y todavía las tenemos. Esto hace que alcanzar un consenso sobre un tema tan integral para la experiencia humana sea muy difícil. A veces quizás tengas que actuar de manera distinta a las personas que te rodean para mantenerte segura.
Hay muchos aspectos maravillosos del sexo. Es placentero, acerca a las personas, tiene numerosos beneficios para la salud y (por último, pero sin duda no menos importante) ¡tiene el potencial de crear nueva vida! Las experiencias sexuales positivas son fuente de muchísimos buenos sentimientos.
Sin embargo, en todo hay un equilibrio, incluido el sexo. Las experiencias sexuales negativas pueden acarrear consecuencias de por vida, especialmente cuando involucran enfermedades de transmisión sexual (ETS), embarazos no planeados o violación. Cualquiera de estos puede ser traumático. Algunas personas enfrentan los tres.
Por si fuera poco, los prejuicios sobre asuntos relacionados con el sexo suelen limitar el mantenimiento de sistemas de apoyo para quienes sufren y debilitan la educación pública que podría haber evitado su sufrimiento desde el inicio.
Existen muchas formas en las que podemos ponernos en riesgo en lo que respecta al sexo, y las razones detrás de ellas distan mucho de ser sencillas.
La falta de información sobre el sexo es un problema generalizado y persistente. Incluso comunidades bien desarrolladas y avanzadas científicamente pueden ser sorprendentemente aprensivas con respecto al sexo. Muchas adultas retienen información sobre el sexo a las jóvenes con la intención de protegerlas, pero este esfuerzo suele estar acompañado de una visión irreal e infantilizadora de su sexualidad.
La opinión de que 'si una persona es demasiado joven para tener sexo, también lo es para aprender sobre él' es bien intencionada, sin embargo, ignora el hecho de que las adultas no pueden controlar cuándo y cómo las jóvenes en sus vidas empezarán a ser sexualmente activas, y obvia la responsabilidad de enseñarles cómo evitar tomar malas decisiones en un contexto sexual antes de que se enfrenten a esas situaciones.
Si una adolescente no está familiarizada con la anatomía humana básica, podría quedarse embarazada (o embarazar a alguien más) por error. Ese error no puede deshacerse, solo gestionarse. De igual modo, si no sabe cómo debe ser una relación sana, corre mayor riesgo de sufrir abuso; y si no conoce los síntomas de las ETS más comunes (o el hecho de que muchas pueden ser asintomáticas), será más probable que se contagie.
La falta de información da lugar a la desinformación. Los mitos sobre el sexo son muy comunes, especialmente donde los hechos reales no están disponibles libremente. Incluso una persona responsable puede terminar en una mala situación si sus intentos de protegerse a sí misma y a otras se basan en falsedades:
Una educación sexual adecuada es absolutamente vital para todas, y no podemos permitir que nuestros miedos impidan el acceso público al conocimiento necesario para tomar decisiones informadas sobre nuestra vida sexual.
La necesidad de conocer los hechos se hace aún más evidente cuando nos enfrentamos al poder de la negación. Existe la tendencia a dudar, distorsionar o incluso ignorar por completo información que no encaja con nuestra visión del mundo, a menudo sin darnos cuenta. Nuestra relación con el sexo añade dificultades adicionales a una experiencia ya de por sí cargada de emociones.
La falta de comunicación entre las parejas conlleva grandes riesgos. Si lo único que sabemos sobre el sexo es que 'no debemos tenerlo' (lo cual, por cierto, no es un elemento de disuasión efectivo), hablar de ello parece incorrecto. Aunque la intimidad sexual requiere un nivel de confianza, un aura de secretismo y pecado nos desalienta a hablar abiertamente sobre sexo, incluyendo expresar dudas o inquietudes sobre salud y seguridad, así como las posibles dudas sobre mantener relaciones.
Esto es especialmente cierto para quienes tenemos la autoestima baja. Las encuestas muestran que no es raro que una persona evite conversar sobre temas fundamentales (como la necesidad de protección) por miedo a poner en peligro una relación si surge una conversación desagradable. ¿Alguna vez has antepuesto tu deseo de mantener a alguien en tu vida a tu propia seguridad? ¿O a la suya?
Uno de los motivos de esto es que los peligros que deberíamos evitar no parecen reales. La sociedad tiende a tratar las experiencias sexuales negativas como secretos vergonzosos que deben ocultarse y olvidarse. Esto es peligroso porque desanima a las víctimas a pedir ayuda cuando la necesitan y porque genera una imagen irrela de la prevalencia de malas experiencias.
Una persona mayor o con más experiencia y malas intenciones puede aprovecharse del miedo de una pareja más joven que no sabe más. Nadie tiene derecho a obligarte a actos sexuales contra tu voluntad. Si no te sientes segura hablando de sexo seguro y consentimiento mutuo con tu pareja, tal vez quieras reevaluar la salud de tu relación.
Puede ser difícil tomar decisiones objetivas cuando estamos influenciadas por nuestros sentimientos hacia otra persona. El respeto a la autoridad puede debilitar nuestra capacidad de cuestionar temas que normalmente sí cuestionaríamos. Y el amor, como sabemos, es ciego.
Quien ha crecido en un ambiente sexonegativo puede tener fuertes asociaciones emocionales negativas con todo lo relacionado al sexo. Puede resultarle casi imposible deshacerse de prejuicios o miedos inculcados en la infancia, aunque las reglas que aplicaban entonces ya no sean válidas ahora.
Nuestra capacidad para ser abiertas, honestas y confiadas con nosotras mismas y con los demás, y nuestra disposición a afrontar temas difíciles de buena fe, marcan la diferencia en una relación sana. Las buenas intenciones no siempre son razonables. En el calor del momento puede parecer sensato dejar de lado algunas precauciones por demostrar confianza.
Puedes suponer que tu pareja te informará si tiene alguna enfermedad antes de la relación sexual. Sin embargo, puede callárselo por vergüenza, miedo, o porque prioriza el sexo antes que tu seguridad y bienestar. Si ha tratado de la misma forma a otras parejas, el riesgo de contagio aumenta.
Hay infinidad de maneras en las que las cosas pueden salir mal durante un encuentro sexual.
Tener relaciones sexuales sin protección es una vía habitual de transmisión de ETS. Aunque existen varias formas de anticoncepción hormonal y anticoncepción no hormonal, sólo los anticonceptivos de barrera (preservativos) han demostrado ser eficaces frente a enfermedades de transmisión sexual. Esto aplica para el sexo vaginal, anal y oral.
A muchas personas les faltan conocimientos básicos sobre las ETS. Incluso quienes saben que pueden ser asintomáticas creen erróneamente no estar en riesgo—no por pruebas claras, sino porque es más fácil creer que lo malo les pasa a otras personas.
El sexo sin protección también supone un riesgo de embarazo. Si la noche pasó sin protección, debes contemplar la píldora del día después y el tratamiento postexposición.
La píldora del día después es un tipo de anticoncepción de emergencia que se utiliza para evitar el embarazo en mujeres que han tenido sexo sin protección o cuyo método anticonceptivo ha fallado. Para que sea más eficaz, debe tomarse lo antes posible después del coito, y dentro de un límite de horas que indicará el envase.
Puedes tomar la píldora de emergencia en cualquier momento de tu ciclo, pero recuerda: la píldora del día después no interrumpe un embarazo ya implantado. Funciona principalmente retrasando o previniendo la ovulación. Es tentador ignorar el riesgo el mayor tiempo posible en una situación tensa, pero si lo haces sólo aumentas las posibilidades de embarazo.
La profilaxis postexposición o PEP es un tratamiento corto con medicamentos contra el VIH que debe iniciarse poco después de una posible exposición al virus para impedir que se establezca en tu organismo. Debe comenzarse dentro de las 72 horas tras la exposición, o no será efectivo. Si se inicia a tiempo, el PEP puede reducir el riesgo de infección por VIH en más del 80%, pero para conseguir ese efecto es necesario completar un ciclo de 28 días de antirretrovirales.
Las sustancias intoxicantes pueden ser fuente de placer y suelen asociarse a compartir y al ambiente festivo. El término ‘lubricante social’ (especialmente para el alcohol) se refiere al vínculo de compañerismo que sentimos durante la embriaguez. Sin embargo, algunas personas abusan de esas emociones para aprovecharse de otras.
Las drogas para violaciones en citas son aquellas que se emplean para facilitar agresiones sexuales, facilitando que la persona agresora domine a su víctima y dificultando que ella comprenda lo que ocurre, a veces incluso entorpeciendo su capacidad de recordar los hechos.
Cuanto más intoxicada esté una, más se ve afectada la visión, la audición, la percepción del riesgo y la coordinación. El tiempo de reacción y la concentración suelen disminuir. Algunas personas se mantienen bastante alertas, mientras que otras apenas conservan el control sobre sí mismas.
Si vas a experimentar algo nuevo, investiga antes. No olvides que influyen en cómo te afecta una sustancia: tu edad, estatura, historia médica y genética, entre otros factores.
Cuanto menos control tienes sobre tu cuerpo, más vulnerable eres. Puedes reducir este riesgo planificándote. Aquí tienes algunas reglas clave que pueden salvarte en una noche fuera de casa:
No deberíamos tener que pensar en defendernos al salir de fiesta, pero la realidad es que más vale prevenir que lamentar.
Sea cual sea tu realidad y tu origen: nunca te equivocarás manteniéndote informada, luchando por el bien y tratándote a ti y a las demás con respeto.
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