El flujo vaginal es una realidad de la vida. Cada mujer en edad fértil lo experimenta. Se puede decir que el flujo vaginal refleja la salud de la mujer. El color y la calidad de las secreciones indican en qué momento se encuentra en su ciclo menstrual y pueden ser sensibles incluso a pequeños cambios en la dieta y la rutina, el desequilibrio hormonal, el pH vaginal y las infecciones.
El flujo vaginal consiste en un fluido/moco secretado por las glándulas del cuello uterino y la vagina, combinado con células que el cuerpo elimina de forma natural. Estas secreciones limpian, lubrican y protegen la vagina, y también ayudan a que los espermatozoides lleguen y fecunden un óvulo. En este artículo, exploramos los diferentes tipos de flujo saludable y no saludable—cómo se ven y qué significan—y cómo mantener tu vagina sana.
Una vagina sana mantiene un delicado equilibrio de flora microbiana, generalmente lactobacilos y otras bacterias fermentativas que producen ácido láctico y crean un ambiente moderadamente ácido. El pH vaginal normal es de 3,8–4,5. La acidez de la vagina protege tanto la vagina como los órganos reproductivos contra bacterias dañinas, parásitos y hongos. A medida que envejecemos, la acidez disminuye ligeramente y puede acercarse a un pH de 5,0.
La vagina se limpia sola. Las secreciones juegan un papel esencial en mantener la vagina limpia y sana. Puede que veas este moco/fluido en el papel higiénico al limpiarte, o en tu ropa interior. Si te resulta incómodo, puedes probar con protectores diarios delgados que se puedan cambiar según sea necesario.
El flujo saludable es transparente o blanco y no tiene un olor fuerte. Su color y consistencia cambian a lo largo del ciclo menstrual. Algunas mujeres hacen seguimiento de estos cambios para saber cuándo están en su periodo fértil, ya sea porque buscan aumentar las probabilidades de embarazo o porque desean evitarlo.
Inicio del ciclo—menstruación. Durante estos días, el cuello uterino no produce mucho fluido, y aunque lo hiciera, no lo notarías porque estás menstruando. La sangre menstrual puede variar de color, desde rojo brillante hasta marrón oscuro. Normalmente, se oscurece al final del periodo. Es normal ver algunos coágulos en la sangre, ya que el endometrio se desprende junto con un óvulo no fecundado. Las señales de sangrado anormal incluyen sangrar más días de lo habitual, sangrado abundante o que el periodo termine poco después de empezar.
Justo después del periodo—sequedad, ausencia de flujo. La producción del fluido cervical está relacionada con los niveles de estrógeno. Tras el periodo, los niveles de estrógeno comienzan a elevarse poco a poco porque lo produce el siguiente folículo en el ovario que se prepara para liberar un óvulo. No habrá mucho flujo hasta que los niveles de estrógeno sean más altos.
La semana antes de la ovulación—flujo pegajoso luego cremoso, blanco a amarillo. A medida que el óvulo madura, los niveles de estrógeno aumentan, y el cuello uterino vuelve a secretar fluido. Puede sentirse pegajoso o chicloso al aparecer y luego volverse más cremoso, parecido a una loción. El color suele ser blanco, pero también puede ser amarillo, especialmente cuando se seca.
Alrededor de la ovulación—flujo resbaladizo, transparente, elástico y húmedo. El moco cervical es más abundante en el momento de la ovulación. Tu vagina se sentirá mucho más húmeda, ya que aumentará el contenido de agua en las secreciones. El flujo en este momento se parece mucho a la clara de huevo—resbaladizo, elástico y claro. El moco ayuda a proteger y transportar los espermatozoides, aumentando la probabilidad de fecundación. Recuerda que el ‘flujo de ovulación’ por sí solo no confirma la ovulación.
Fase lútea—flujo pegajoso y seco. Una vez que el óvulo ha sido liberado, el remanente del folículo se convierte en el cuerpo lúteo. Si ocurrió un embarazo, el cuerpo lúteo produce progesterona para apoyarlo de varias maneras. Si el óvulo no fue fecundado, el cuerpo lúteo se degrada y las hormonas circulantes disminuyen. El cuello uterino y las paredes vaginales producen menos moco, y el flujo se vuelve más seco y pegajoso. Esto dura el resto del ciclo, aproximadamente dos semanas, hasta que el endometrio se desprende nuevamente en la menstruación.
Las secreciones vaginales varían durante el ciclo menstrual, pero también pueden cambiar por fluctuaciones hormonales, ajustes en la dieta, medicamentos nuevos o anticonceptivos. Generalmente, esto no debe causar preocupación.
Sin embargo, un cambio puede ser señal de que algo anda mal. El color del flujo puede ser de gran ayuda para el diagnóstico. Haz seguimiento de estos cambios y de otros síntomas como irritación en la vagina y la vulva, dolor al orinar, picazón y mal olor, ya que todo esto puede ayudar a tu médica a determinar el mejor tratamiento.
Mientras que el flujo amarillo claro probablemente no sea motivo de preocupación, especialmente si coincide con un cambio en la dieta o con el inicio de un nuevo suplemento, el flujo amarillo oscuro, amarillo verdoso o verde normalmente indica una infección bacteriana o de transmisión sexual, especialmente si el flujo es grumoso y con mal olor. Otros síntomas pueden variar, pero si hay infección, el canal vaginal y la vulva se sienten irritados e hinchados y es posible que sientas dolor al orinar. Consulta con tu médica cuanto antes.
El flujo espeso, blanco y grumoso es típico de una infección vaginal por hongos. Otros síntomas incluyen irritación e hinchazón de la vulva, picazón moderada o intensa y dolor durante las relaciones sexuales. Si experimentas estos síntomas y tu flujo vaginal tiene la consistencia del requesón (queso cottage), pero no tiene un olor fuerte y desagradable, probablemente tengas una infección por hongos.
Las infecciones por hongos están causadas por el crecimiento excesivo del hongo Candida albicans, o de otras especies de Candida—una levadura común que vive en y dentro del cuerpo humano. Por lo general, es inofensiva, pero bajo ciertas condiciones puede multiplicarse en exceso y provocar candidiasis. Aunque no es una infección de transmisión sexual (ITS), la candidiasis a veces puede transmitirse entre parejas que practican sexo vaginal.
El color gris no es saludable para el flujo vaginal y suele estar acompañado de otros síntomas como un olor fuerte y desagradable (a menudo descrito como olor a pescado) y picazón o irritación de la vulva. El motivo más común es la vaginosis bacteriana—una infección que ocurre cuando el microbioma vaginal se altera y las bacterias sanas presentes de manera natural son desplazadas por un crecimiento excesivo de bacterias nocivas.
Puede pasarle a cualquier mujer, pero ciertas prácticas aumentan el riesgo; entre ellas, hacerse duchas vaginales o lavar la zona con jabones perfumados o medicados, lavar la ropa interior con detergentes fuertes, tener relaciones sexuales con una nueva pareja o varias parejas, usar baños de burbujas perfumados y fumar. La vaginosis bacteriana suele tratarse con éxito con antibióticos. A veces desaparece sola, pero si no se trata puede causar complicaciones, sobre todo en mujeres embarazadas. Las parejas masculinas no necesitan tratamiento pero pueden transmitir la condición a sus parejas femeninas.
El flujo rosado al inicio o final del sangrado menstrual es común, ya que la presencia de incluso un poco de sangre colorea las secreciones vaginales. Si ves flujo rosado que no está relacionado con la menstruación y eres sexualmente activa, podría ser spotting—sangrado poscoital causado por pequeños desgarros en la piel debido a actividad sexual intensa o sequedad vaginal; esto solo debería durar una o dos horas.
El sangrado de implantación, causado por la fecundación de un óvulo, puede durar unas horas o unos días. También cambiar de método anticonceptivo puede causar flujo rosado durante varios meses, sobre todo si usas un implante, un DIU, o has empezado una nueva pastilla.
No obstante, el sangrado anormal puede indicar algo más grave, como enfermedad inflamatoria pélvica, cáncer de cuello uterino o una ITS. Haz seguimiento de cualquier síntoma que experimentes y consulta con tu médica para encontrar la causa.
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Si notas un olor fuerte, o si tu vulva y/o vagina se sienten irritadas, hinchadas, con picazón o dolor, acude a tu ginecóloga lo antes posible. La mayoría de las condiciones aquí descritas pueden tratarse con medicamentos de venta libre o antibióticos. Si el problema se detecta y trata a tiempo, probablemente te sientas mejor en días o semanas. Las condiciones sin tratar pueden derivar en problemas duraderos.
No importa cuánto te cuides, a veces ocurren infecciones vaginales. Las infecciones por hongos y la vaginosis bacteriana son las más comunes. Aunque no siempre se pueden evitar, hay medidas preventivas que puedes adoptar.
Menos es más. Como se mencionó previamente, la vagina se limpia sola. Enjuagar la ingle y la vulva con agua tibia es suficiente para mantenerte fresca. Si necesitas usar jabón, elige uno suave y especialmente formulado para higiene íntima. Los productos perfumados y los jabones agresivos pueden alterar el balance natural de bacterias y favorecer infecciones. No realices duchas vaginales; lavar el interior de la vagina elimina las bacterias buenas que te protegen.
Manténlo simple. Usa ropa interior de tejidos naturales. Tu ropa interior debe ser cómoda, no apretada, y fabricada con telas como el algodón. El algodón permite que la piel respire y no altera el equilibrio del pH natural.
Practica sexo seguro y hazte pruebas con regularidad. Si tienes varias parejas sexuales, conviene hacerse pruebas para detectar infecciones de transmisión sexual al menos una o dos veces al año. Una ITS no diagnosticada puede estar detrás de un flujo anormal y malos olores. Sin embargo, existen varias condiciones que pueden modificar el flujo vaginal. Para un diagnóstico adecuado, tu ginecóloga puede realizarte una citología, un análisis de sangre y comprobar la salud general de tus órganos reproductivos.
El flujo vaginal es normal y juega un papel importante en mantener tu vagina y órganos reproductivos sanos y protegidos. Notar cambios en tu moco vaginal te puede ayudar a monitorear tu salud. Si llegas a tener una infección, no es nada de lo que avergonzarse. Le ocurre a la mayoría de las mujeres en algún momento. Las pruebas regulares, la higiene íntima adecuada y el sexo seguro te mantendrán sana y evitarán las infecciones.
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