La intimidad es uno de los aspectos más complejos, fascinantes y gratificantes de la conexión humana. Usualmente hablamos de la intimidad física y emocional en las relaciones románticas, pero también se puede compartir una intimidad intelectual y espiritual. Aunque la idea de la intimidad es bastante sencilla de comprender, muchos factores pueden contribuir a un vínculo íntimo.
Crear intimidad es forjar un lazo emocional con otra persona basado en la confianza y la vulnerabilidad. La indiferencia y la falta de implicación no generarán intimidad. Si la intimidad es una parte tan importante y satisfactoria de una relación, ¿cómo la desarrollamos? ¿Por qué la intimidad física no se desarrolla en todas las relaciones románticas? ¿Podemos experimentar tanto intimidad platónica como romántica?
La confianza y el cuidado no siempre van de la mano con la atracción. Pero cuando dos personas invierten en su relación con el tiempo, pueden cultivar la confianza necesaria para construir intimidad emocional. La intimidad física es más fácil de conseguir, pero la intimidad emocional puede ser mucho más gratificante.
Expresamos la intimidad a través de la ternura y el afecto. El afecto físico es el contacto o la proximidad que simboliza amistad, amor o atracción sexual: abrazar, besar, tomarse de las manos, acariciar y masajear—con o sin connotaciones sexuales—son todos comportamientos afectivos físicos. El afecto físico también se puede manifestar a través de pequeños gestos, como quitar una pelusa de la ropa de tu pareja, dejar que los dedos se rocen deliberadamente al pasarle algo, o simplemente sentarse muy cerca una de la otra.
Las parejas que se sienten muy cómodas entre sí pueden mostrar cariño de formas únicas y juguetonas. Algunas pueden ser incluso divertidas, como hacerle cosquillas o morder suavemente (sin intención de hacer daño).
El afecto emocional es el cariño hacia otra persona y el cuidado por su bienestar. Los sentimientos de amor y afecto pueden tomar diferentes formas, dependiendo del tipo de relación.
El lazo emocional entre dos personas no está necesariamente restringido a un solo tipo de amor y afecto—de hecho, normalmente es una mezcla de varios estilos de amor, aunque uno se sienta más dominante.
Ser abierta y honesta sobre tus experiencias, límites y expectativas requiere confianza, especialmente cuando las cosas se ponen difíciles. La presencia de afecto emocional influye en la resolución de conflictos entre parejas—las parejas íntimas y emocionalmente sanas son más propensas a buscar una solución al problema que una victoria en la discusión.
Si quieres resolver un conflicto de forma respetuosa, comprender las reacciones y límites de la otra persona es muy útil. Y esto aplica en ambas direcciones: si no eres escuchada ni comprendida, entonces falta respeto en la relación.
Un paso importante para formar un vínculo íntimo con alguien es conocerte a ti misma en relación con esa persona. Acercarte a alguien te transforma, y es fundamental ser consciente de lo que está cambiando en ti; dos personas que pasan tiempo juntas aprenderán la una de la otra e influirán en gustos y opiniones, pero hay que tener cuidado de no perder partes de nosotras que no queremos abandonar. Ser fiel a quien eres y valorarte es fundamental en cualquier relación; es información básica para poder expresar tus necesidades y poner límites sanos.
Igualmente importante es saber con quién te estás vinculando. Solo puedes conocer de verdad a alguien pasando tiempo juntas y observando cómo actúa en diferentes situaciones. La confianza mutua solo crece desde la honestidad y la apertura.
La comunicación es un camino de doble sentido: expresar tus pensamientos es tan importante como ser una oyente atenta. Cuando nos comunicamos con alguien, prestamos atención no solo a sus palabras, sino también a sus señales no verbales. La comunicación no verbal ofrece pistas valiosas sobre lo que siente una persona. El tono, los gestos, la postura y la expresión facial transmiten emociones.
Si los sentimientos de la persona no significan mucho para ti (o viceversa), no puede haber intimidad. La empatía—prestar atención a los sentimientos de tu pareja y respetarlos—es absolutamente esencial. Y la empatía debe ser recíproca—la apertura y la confianza solo son posibles si ambas se sienten seguras y comprendidas. Los sentimientos de seguridad no pueden durar bajo amenaza. En una relación abusiva, lo que parece confianza es más probablemente resultado de manipulación.
A algunas, la vulnerabilidad puede parecerles una debilidad, pero es simplemente otro estado del ser—estamos más relajadas y flexibles cuando soltamos la armadura social que llevamos puesta a diario. Ser vulnerable nos deja expuestas a ser heridas, pero también nos permite dar y recibir afecto. Hay que bajar las barreras si queremos dejar entrar a alguien.
La confianza se construye poco a poco. Se necesita tiempo para conocer a otra persona y comprender qué esperar de ella. La previsibilidad es importante porque poder anticipar lo que ocurrirá nos hace sentir en control de nuestras vidas. Al observar cómo piensa y actúa nuestra pareja, desarrollamos un sentido sobre cómo probablemente pensará y actuará en situaciones futuras. Si es coherente y demuestra que tiene nuestro bienestar en mente, podemos creer que seguirá haciéndolo; así, podemos confiar en ella.
La apertura, la honestidad y la confianza también están presentes en la verdadera amistad, pero las relaciones románticas añaden el romance y la sexualidad (a menos que una o ambas personas sean asexuales).
Aunque no existe una fórmula universal que sirva a todas, hay enfoques probados y efectivos para crear una relación sana con otra persona.
Valora las cosas buenas de tu relación. Recuerda a tu pareja, con palabras y acciones, cuánto la amas y aprecias, lo que valoras de ella y de la relación que han construido juntas. Hazlo incluso si ya lo sabe—todas necesitamos ser recordadas. En medio del estrés y las responsabilidades diarias, la amabilidad de tu pareja tiene un gran impacto.
Respeta todos los sentimientos que tengas por la otra. No siempre nos encanta lo que descubrimos sobre la persona a la que amamos, pero es necesario aceptar la realidad de las emociones que sentimos. Ignorar las dificultades no hará que desaparezcan, pero reconocer la verdad nos da la capacidad de elegir cómo responder. Una «relación duradera» se llama así por una razón—puede soportar la presión de la imprevisibilidad de la vida, los inevitables malentendidos y las emociones difíciles, y fortalecerse a pesar de todo.
Crea oportunidades para la intimidad. Tómate el tiempo de estar juntas como pareja, tiempo en el que puedan enfocarse la una en la otra y en la relación. Cuanto más difícil sea hacerlo (por hijas, trabajo u otros compromisos), más importante es realizarlo. No hacen falta gestos grandiosos; solo constancia y presencia genuina. A veces, las afirmaciones más pequeñas son las más significativas.
Permite que el humor entre en tu vida amorosa, incluso en las partes serias. Para no intelectualizar las emociones, necesitas aceptación, y aceptar es más fácil si puedes ver lo pesado con ligereza. Aprende a aceptar los fallos únicos en tu relación (todas lo tienen) y a tolerar los tropiezos inevitables. Incluso puedes valorar la belleza de esas imperfecciones (porque hay belleza en ellas), siempre y cuando no dejes que tu relación se defina únicamente por ellas.
Habla abiertamente sobre tus sentimientos y sobre lo que deseas de la relación. No evites los cambios y desafíos que (siempre, siempre) aparecerán. ¡Al contrario! Abrázalos y avanza en una dirección positiva. Si no se animan a buscar el tipo de crecimiento que desean, pueden acabar cambiando de formas no tan saludables sin querer. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero con el tiempo, tu valentía y esfuerzo te brindarán libertad, optimismo y una pareja amorosa a tu lado.
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