El estrés y la ansiedad pueden afectar tanto tu salud física como mental. A menudo, los primeros síntomas aparecen en el sistema reproductivo. El estrés prolongado o crónico puede confundir el cuerpo y, por lo tanto, la producción hormonal, causando periodos irregulares, dificultad para concebir e incluso bajo deseo sexual.
El estrés es una parte natural de nuestra vida. El estrés positivo nos ayuda a enfrentar desafíos y peligros. El cuerpo produce una oleada de adrenalina que acelera tu ritmo cardíaco, eleva la presión arterial y aumenta tu nivel de energía. Sin embargo, el estrés crónico puede ser debilitante y, a menudo, afecta negativamente el cuerpo femenino, especialmente en lo relacionado con la salud sexual y reproductiva. Llevar un estilo de vida saludable y gestionar bien el estrés es fundamental para el correcto funcionamiento de todos nuestros sistemas.
El estrés es la reacción natural del cuerpo ante situaciones peligrosas o desafiantes. El estrés nos ayuda a reconocer problemas y protegernos del peligro. En el pasado, el instinto de lucha o huida permitió la supervivencia humana. Sin embargo, hoy en día experimentamos estrés y ansiedad, aunque la mayoría no se enfrente a situaciones de vida o muerte. La presión se acumula en el trabajo, en lo social y en la familia. Cuando no podemos aliviar el estrés de forma regular, puede convertirse en un estado crónico.
Cuando sentimos estrés, nuestro cerebro libera una hormona llamada cortisol. El cortisol es responsable de las palmas sudorosas, el corazón acelerado y la falta de aire. El estrés crónico mantiene altos los niveles de cortisol, dejando al cuerpo en un estado constante de alerta fisiológica. Esto provoca una variedad de síntomas desagradables, incluyendo irritabilidad, dolores de cabeza, acidez estomacal, insomnio y fatiga.
Si el estrés crónico no se controla, puede generar problemas como:
Las hormonas del estrés pueden interferir con las hormonas reproductivas que el cuerpo femenino produce durante el ciclo menstrual. Un desequilibrio hormonal puede alterar tu ciclo de diversas maneras, haciéndolo más largo, corto, irregular o incluso ausente, lo que puede aumentar el estrés.
El estrés también puede intensificar los síntomas del síndrome premenstrual (SPM). Puedes experimentar cólicos más intensos y cambios de humor más severos. El cortisol influye en tu apetito. El estrés combinado con el SPM puede hacer que sientas más hambre y deseo por alimentos altos en azúcares y grasas.
La pandemia de COVID-19 nos ha afectado a todas. La propagación de este nuevo y potencialmente peligroso virus es un evento estresante. Muchas mujeres han reportado cambios en sus ciclos durante la pandemia.
Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta muchos cambios, tanto físicos como mentales. Esto ya puede causar cierto estrés, que se ve potenciado por las tareas diarias y la preparación para recibir a un nuevo ser en el mundo. Aunque el cuerpo está preparado para enfrentar episodios agudos y de corta duración de estrés (lo cual probablemente no afecte el embarazo), el estrés crónico puede desencadenar partos prematuros e incluso, en casos graves, afectar el desarrollo del bebé.
El líquido amniótico rodea y protege al feto mientras está en el útero. Niveles elevados y sostenidos de cortisol en el líquido amniótico pueden causar parto prematuro o defectos congénitos. Un estudio de la Universidad de Zúrich demostró que si una madre experimenta estrés crónico durante el embarazo, su hija o hijo tiene mayor riesgo de desarrollar TDAH y enfermedades cardiovasculares en el futuro.
El estrés también está relacionado con cambios en la consistencia de la leche materna y la reducción de la producción de leche. Se ha demostrado que los bebés amamantados tienen niveles de cortisol en sangre más altos que los alimentados con fórmula. Esto indica que el cortisol puede transmitirse a través de la leche materna. Niveles crónicamente altos de cortisol en bebés pueden provocar una respuesta de estrés aumentada durante la vida, como presión arterial alta y ritmo cardíaco acelerado.
Es fácil dejar que las responsabilidades laborales y domésticas absorban nuestra vida. Cuando las cosas se complican, el sexo suele ser lo primero que se deja de lado. Y esto no solo es resultado del agotamiento provocado por el estrés—la pérdida de libido es un efecto secundario de los altos niveles de cortisol. Las personas con mucho estrés también tienen mayor riesgo de desarrollar depresión. Los medicamentos para tratar la depresión también pueden afectar el deseo sexual.
Como mencionamos antes, el estrés desajusta tus hormonas. La ansiedad consume tu energía, haciendo menos probable que sientas interés en el sexo. Además, la tensión dificulta la relajación y puede provocar que muchas mujeres tengan dificultades para producir lubricación natural, lo que disminuye el placer durante las relaciones sexuales.
Como con muchos temas relacionados con el sexo, el problema rara vez es sencillo, ni la solución tampoco. No obstante, aligerar tus responsabilidades y dormir lo suficiente son un buen comienzo.
El estrés no tiene por qué dominar tu vida. Hay cosas sencillas que puedes hacer para sentirte mejor. La salud, incluyendo la salud sexual, no es solo ausencia de enfermedad, es sentirte bien. A continuación, algunos métodos que pueden ayudarte a afrontar situaciones estresantes.
Busca un lugar tranquilo donde puedas pensar en qué te genera estrés y por qué. ¿Qué acelera tu corazón y revuelve tu estómago? ¿Hablar en público? ¿Eventos sociales? ¿Malas noticias sobre la situación económica? Recuerda que no puedes controlar lo que pasa en el mundo, pero sí puedes tomar medidas para cuidar tu bienestar. Eliminar algunos desencadenantes del estrés en tu vida puede tener un efecto positivo inmediato.
Por ejemplo, si las malas noticias te afectan, bloquea los sitios de noticias o establece un horario en el que apagues tus dispositivos. Hay muchas actividades que puedes hacer en vez de leer titulares o pasar el rato en las redes sociales. Seguramente se te ocurren algunas ideas ahora mismo.
Si tu detonante son las situaciones sociales—tómate tu tiempo. Las personas con ansiedad social sienten que siempre están siendo observadas y juzgadas, pero la mayoría está mucho más pendiente de sí misma que de ti. Escribir un diario puede ayudarte a identificar las situaciones que te generan estrés. Una vez identificados los desencadenantes, puedes elegir evitarlos o encontrar formas proactivas de enfrentarlos.
El cortisol estimula tu apetito, por eso existen los alimentos reconfortantes. Después de un largo día, probablemente no desees comer ensalada. Las personas bajo presión suelen aumentar de peso y tener peor salud general. El estrés puede llevarte a consumir alcohol, cigarrillos o drogas. Es importante recordar que tanto los estimulantes como los depresores pueden hacerte sentir mejor al momento, pero a largo plazo, reducen tu capacidad de afrontar el estrés.
Una dieta sana y nutritiva mejora tu capacidad para afrontar los muchos desafíos de la vida. Los alimentos que ayudan a reducir el estrés incluyen aguacates, pescado graso, frutos secos, cítricos y chocolate oscuro. Los aguacates y pescados grasos, como el salmón, contienen ácidos grasos Omega-3, conocidos por mejorar el ánimo y equilibrar las hormonas. Los cítricos son ricos en vitamina C, que refuerza el sistema inmunológico.
La actividad física no solo despeja tu mente, sino que también tiene un impacto positivo en tu sistema nervioso, mientras fortalece el cuerpo y aumenta tu energía. Al moverte, tu cerebro libera hormonas de la felicidad como la serotonina y la dopamina.
Niveles crónicamente altos de cortisol afectan la salud mental y aumentan el riesgo de depresión o trastornos de ansiedad. Participar en actividades que aumentan la producción de serotonina y dopamina en el cerebro disminuye los niveles de cortisol y te hace sentir mejor.
La salud física es solo una parte del autocuidado. Si el estrés está controlando tu vida y haciendo que las tareas simples sean cada vez más difíciles, es hora de pedir ayuda. Amigas y familiares pueden ofrecer apoyo, pero no hay vergüenza en acudir a una profesional. Para eso están.
Nuestras reacciones a ciertos estímulos a menudo vienen de traumas del pasado. Al abordar los problemas de fondo, puedes reducir el estrés y comenzar a crear hábitos más saludables. No es fácil y puede tomar más tiempo del que deseas, pero vale la pena el esfuerzo.
Si tienes el cuello y los hombros tensos por pasar muchas horas frente al ordenador, o te duelen los músculos por el trabajo físico, date el gusto de unas horas en un spa o pídele a tu pareja un masaje suave. Además de reducir el estrés, es una excelente manera de aumentar la intimidad. Incluso un masaje de espalda simple ayuda a liberar la tensión y reducir los niveles de cortisol.
Se sabe que el estrés causa insomnio y otros problemas de sueño. Pero dormir es esencial al afrontar el estrés. Hazte un favor y establece una rutina de sueño para que tu cuerpo sepa cuándo podrá relajarse y recuperarse.
Prácticas como la meditación, la respiración consciente y el yoga, pueden hacer maravillas para manejar el estrés y la estabilidad emocional. Incluso una breve sesión de respiración consciente de 5 minutos puede ayudarte a sobrellevar el momento.
Las técnicas de mindfulness también ayudan a relajar tu cuerpo durante el sexo, permitiéndote disfrutar el placer de forma más intensa. El yoga tántrico ofrece técnicas para potenciar el placer sexual.
Ocurre más en el mundo de lo que una sola persona puede comprender o asimilar. Es importante distinguir entre lo que puedes influenciar y lo que está fuera de tu control. Debemos cuidar de nosotras mismas antes de cuidar de las demás, y necesitamos a las demás para superar los momentos difíciles.
La salud sexual y reproductiva de la mujer es fundamental no solo para ella misma, sino también para la salud de hijas, hijos y familias. Dedica tiempo a lo que te da fuerza y alegría, y estarás aportando al mundo.
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